La muerte llega para quien sabe esperar. Y para aquellos que no lo hacen.

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Aclaraciones: 

Contenido G!P

Si no es de tu agrado este tipo contenido te invito a retirarte y leer algo que se ajuste a tus gustos. 

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Había un payaso muerto sentado en mi sala de estar. Como no soy particularmente fanática de los payasos y como era demasiado temprano para que algo coherente saliera de mi boca, fingí no notarlo. Por lo tanto deje ir un sonoro bostezo mientras me dirigía a la cocina. Fue entonces cuando una sacudida de pánico se apresuro a través de mi cuerpo , Mire hacia abajo para asegurarme de que mis partes de niña no se hubiesen comprometido y suspire de alivio. Tenia una camiseta blanca y unos bóxers con fondo de cuadros. Mis chicas también conocidas como Peligro y Will Robinson estaban a salvo.  

Mentalmente haciendo la señal de la cruz, me aventure a través de mi humilde morada.  Tratando de no llamar la atención. Preguntándome si el payaso muerto que tenia su mirada sobre mi, me había notado. Mi apartamento era algo entre un trastero cómodo lleno de almohadas y un cuarto de escobas, por lo que no era un largo viaje. No uno especialmente iluminado tampoco. 

Aunque había llegado a una conclusión mas bien morbosa en esos segundos fugaces; mejor un payaso muerto en mi departamento, que uno vivo.

Me dirigí hacia el Señor Café viéndolo con lujuria en los ojos. Desde hace un tiempo que tenemos un asunto pendiente, el Señor Café y yo, pues siempre hay lo suficiente de él para una taza mas. No tengo más que poner una olla, para tenerlo todo caliente y burbujeante. Metí una taza en el microondas, esperando no causar una explosión nuclear en los treinta segundos que demoraba, luego fui a asaltar mi nevera en busca de sustento.

Comer me mantendría despierta durante al menos otros cinco minutos y mi única meta en la vida para el ultimo par de semanas, era estar despierta a toda costa. La alternativa era agotadora. 

Después de una búsqueda épica, por fin encontré algo que no era ni verde ni velludo. Una salchicha caliente. La llame Peter, mayormente porque me gusta ponerle nombre a las cosas y en parte porque parecía correcto. Tan pronto como mi bebida estuvo caliente, lo metí en el microondas, esperando que el ambiente radiactivo, esterilizara a Peter. No necesito pequeños Peters corriendo por el apartamento causando estragos 

Mientras estaba contemplando la paz mundial, el precio exorbitante de la ropa interior de diseñador y lo que seria la vida sin guacamole, Peter emitió un pitido. Lo envolví en un pan viejo y comencé a comerlo, mientras cargaba mi café con suficientes productos de imitación como para que fuese peligroso para mi salud. Después de un largo trago, me desplome en mi mullido sofá y mire al payaso muerto. Estaba sentado en la silla de club catty acechando mi sofá, esperando pacientemente a que yo lo reconociera. 

—Sabes, no me gustan mucho los payasos—dije después de tomar otro sorbo. 

Ver a una persona muerta en la sala de mi casa difícilmente era una sorpresa. 

—Entiendo eso—respondió el payaso. Parecía mas joven de lo que había sospechado, tal vez veinticinco años, pero su voz estaba áspera por los cigarrillos y las trasnoches. 

Esa imagen chocaba un poco, con el hombre de cara pintada y sus rulos rojos. Su gracia salvadora fue la falta de una enorme nariz roja. Realmente odio esas cosas, en especial las que hacen ruido. El resto lo podía manejar. 

—Entonces ¿Tienes una historia?

—No realmente—Se encogió de hombros—Solo quiero cruzar.

Pestañe sorprendida, absorbí su confesión y pregunté:  

—¿Solo quieres cruzar?

—Si eso está bien.

Tercera Tumba Todo Recto (Sahyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora