¡¿Sportacus?!

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Madre mía que frío está empezando a hacer a estas horas - Stephanie se puso las manos en el bolsillo de su chaqueta -. Espero que Robbie me diga algo acerca de Sportacus. No sé el por qué, pero creo que todo esto me huele a chamusquina

Stephanie cruzó el parque hasta llegar casi a las afueras de Lazytown donde se encontraba la cueva de Robbie Rotten. La nieve caía muy suave; sin ser mortal de momento. La chica llegó y tocó al timbre. El sonido de aquel timbre hizo que Sportacus emitiera ruidos con su boca pese a que la tenía tapada con un pañuelo. El varón se movía con brusquedad haber si lograba escaparse, pero no podía; seguía haciendo ruidos para que alguien le pudiera escuchar.

Qué raro - pensó la pelorosa -, ¿no está Robbie en casa? Debe haber alguna ventana. Quiero asegurarme que en verdad no esté en la casa

Stephanie se acercó a una ventana que estaba a arras de suelo. La chica se asomó y vio una figura colgada en la pared.

¿Qué es eso? Por lo que observó parece una habitación, pero... ¿Esa cosa se está moviendo?

Sportacus intentaba quitarse las esposas moviendo las piernas hacia delante golpeando la pared con los pies.

Stephanie intentó abrir la ventana y el héroe se percató de ella. Suspiró aliviado por unos segundos mirando la puerta de la entrada por si entraba Rotten, a través de un espejo que había cerca de la puerta.

¿Cómo abro esta ventana? - pensaba la chica mirando a esa figura que no paraba de emitir sonidos y moverse - ¡¿Sportacus?! ¡Dios mío!

Stephanie rompió la manilla de la ventana y pudo entrar cayendo al suelo de la habitación.

De inmediato, la chica se levantó, se acercó al héroe y verlo atado con aquellas esposas con un pañuelo en la boca, se asustó. Stephanie se lo quitó y Sportacus se alegró de verla.

- ¡Sácame de aquí, Stephanie! ¡Robbie se ha vuelto completamente loco!

- ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

- ¿Recuerdas cuando dije que sentía algo por los dos y me respondiste que debía besarlo haber si era cierto que era bisexual? - la chica le respondió que sí mientras intentaba abrir aquellas esposas de hierro - Piensa que me estoy burlando de él por ser gay, yo solo quería saber si de verdad me gustaba, pero no le hizo gracia y ha perdido el juicio. ¡Cree que me estoy burlando de él!

- ¡Joder! - exclamó la joven al escuchar todo lo que le contaba el héroe - ¡No puedo abrir esto! ¿No sabes si tiene llave?

- Mira en sus cajones - le señaló el héroe -, debe estar ahí. ¡Date prisa!

- ¡¿Y qué se supone que estoy haciendo?!

Stephanie empezó a hurgar en las mesitas de noche, no encontraba nada que tuviera forma de llave.

- ¡Aquí no encuentro nada!

- ¡Mira en...!

- ¡Cariño, he llegado!

Gritó Robbie desde la puerta de entrada.

Paranoias - SportaRobbieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora