La noche en el jardín estaba iluminada por la suave luz de la luna, que se filtra a través de las hojas de los árboles, creando sombras un tanto curiosas. El cielo estaba despejado, lleno de estrellas que parpadean con intensidad. El aire es fresco y lleva el aroma de todas las flores nocturnas. Y, los grillos y las ranas, cran una inusual melodía a la distancia.
El picnic está dispuesto sobre una manta grande y cómoda, con cojines para sentarse. Hay una canasta llena de delicias: quesos variados, frutas frescas, pan artesanal, embutido...
A la vez, una botella de vino tinto, descansa en una cubeta con hielo, esperando a ser descorchada.
En una esquina, una lámpara de aceite parpadea, proporcionando una luz cálida y acogedora.Marta estaba sentada en la manta, ajustando nerviosamente los cojines y revisando por enésima vez la posición de la comida. La fría luz de la luna iluminaba su rostro, desvelando una expresión ansiosa.
Su corazón latía con fuerza y cada minuto le parecía una eternidad. Miraba a todos los lados, esperando que Fina apareciera.La rubia ignoró a todos esos grillos que cantaban, cuando escuchó unos pasos acercarse. Se puso de pie y sus ojos, esperanzados, buscaron a la menor.
Cuando finalmente la tuvo cara a cara, no pudo evitar dibujar una tierna sonrisa en su rostro.
Hasta la noche más oscura se iluminaba de magia si estaba Serafina Valero, luciendo el favorito de sus conjuntos, el de la falda de girasoles.●●●
La cena transcurrió de manera encantadora, dentro de ese ambiente de complicidad que ambas habían creado. Marta y Fina compartieron anécdotas, chistes y risas, provocando qué las horas pasaran volando.
Cuando la comida terminó, Marta se recostó en la manta, mirando a Fina con una mezcla de ternura y nerviosismo.
Fina, notando esto, sonrió mientras agarraba su mano en muestra de cariño, apretándola suavemente.-Gracias por todo esto, Marta. De verdad, es hermoso.- se sinceró. -Y quiero disculparme nuevamente por no contarte lo que pasaba...
Antes de que siguiera hablando, la mayor la interrumpió, negando con la cabeza.
-Eso ya no importa, Fina.-
dijo en un tono tranquilo. -Prefiero pensar en otra cosa que me dijiste.La castaña, confusa, frunció el ceño por inercia.
-¿A qué te refieres?- preguntó, buscando las respuestas en la mirada de Marta.
La rubia respiró hondo, preparándose mentalmente para todo lo que se venía.
-Esta mañana... Cuando me contaste toda la verdad... Dijiste que yo era una persona muy especial para ti.
-Y, ¿En eso es en lo qué prefieres pensar?- preguntó, con una cálida sonrisa en su rostro, aunque también algo sorprendida.
-Si.- respondió rotundamente, mientras la luz de la luna iluminaba su cara. -Eso es lo que realmente me importa.
La menor, envuelta por la sinceridad en las palabras de Marta, no se contuvo para darle un fuerte abrazo. Sin embargo, Marta se separó después se unos segundos, lista para seguir hablando.
-De hecho, yo también tengo algo que decirte.- avisó, con voz temblorosa. -Pero, como no soy muy buena con las palabras... Toma.
Rápidamente sacó un pequeño papel doblado de su bolsillo y se lo entregó a Fina, quien, llena de curiosidad, lo desdobló y comenzó a leerlo ante la vista de la rubia.
"En el jardín del Alba, te descubro,
con tu falda de girasoles, radiante.
Cada flor un testigo mudo
de mi amor, eterno y palpitante.Tus pasos son danza en la brisa,
tu risa, el canto de un río sereno,
y yo, en silencio, te admiro,
mientras el mundo se desvanece en un sueño.Eres el verano que nunca termina,
un campo de girasoles en flor,
y en la danza de tu falda divina,
he hallado el lenguaje de nuestro amor.Eres mi refugio, mi sol de media tarde,
mi primavera eterna, mi razón de ser,
y en tu falda de girasoles, arde
el fuego de un amor que no puede parecer.Te amo con la fuerza de mil soles,
con la pasión de una tierra fértil,
y en tu falda de girasoles, amor mío,
he hallado el jardín donde quiero vivir.Déjame amarte en cada amanecer dorado,
en cada crepúsculo lleno de promesas,
donde tu falda de girasoles, a mi lado,
sea el testigo de nuestras mil y una bellezas."Fina terminó de leer y sus ojos brillaban de la emoción, conmovida por la belleza del poema.
-Lo escribí durante nuestro distanciamiento de este mes, recordando como sentí mi primer encuentro contigo. Lo he titulado: "La mujer de la falda de girasoles."- explicó. -Aunque, hay algo más...
-Pues tu dirás.
-Lo que falta ahí es el final. Pero, no sé si te gustará...- murmuró, creando esa nube de misterio para desesperar a su compañera.
-Deja la bromas, Marta, y cuéntame el final.- rió. -Me muero por saberlo.
Marta asintió, agarró las manos de Fina firmemente y con un claro susurro, dijo:
"El final de mi poema
es un secreto que te diré,
porque en mi corazón, Fina,
yo de ti me enamore."La menor se mantuvo en silencio unos momentos, luego apareció en su rostro una sonrisa radiante y sus ojos se iluminaron como nunca.
-Marta, te amo.
La nombrada sintió un torrente de emociones al escuchar esas palabras con las que sólo podía imaginar. Ambas compartieron alivio, felicidad y, lo más importante, amor.
Sin decir nada más, se acercaron lentamente la una a la otra, sintiendo como sus respiración se mezclaban y sus labios comenzaban a rozarse.
El mundo pareció detenerse cuando sus bocas se encontraron y, dejándose llevar por lo que sus cuerpos pedían, comenzaron un tierno pero animado beso.Aquel jardín, pequeño y oscuro, había sido el único testigo del día en el que sus vidas se juntaron, de sus primeras conversaciones, de sus llantos y tristezas y, ahora también, de su primer beso.
Aquella noche, bajo la luna llena y un manto de estrellas, una solitaria poeta dejó de ser tan solitaria gracias a una mujer con una falda de girasoles.
La mujer de la falda de girasoles.
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LA MUJER DE LA FALDA DE GIRASOLES.
FanfictionMarta, una poeta solitaria, frustrada por culpa de un bloqueo creativo, decide ir a un jardín en el que nunca había estado para "cambiar de aires". Allí se encuentra con la que será su nueva musa, la dueña de su inspiración, una mujer con una falda...