86: Bajo la tormenta

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Cuando Draco apareció en la chimenea, sacudiéndose el polvo justo un trueno atravesó el cielo y el estruendo fue escandaloso, el se quedó por un momento quieto, en silencio, mirando a su alrededor, tanta calma, con los ventanales iluminando el interior de la mansión

Rodeó su entorno con sus ojos grises, sintió que su corazón le comenzaba a latir con fuerza, algo no andaba bien, lo presentía, dejó su abrigo en el perchero, e iba a ir a ver a sus hijos y a su esposa cuando…

-¡Pero es que no están, ya las busqué! – Escuchó los chillidos en los pasillos, Draco se quedó quieto y esperó a que aparecieran

Las tres mujeres se detuvieron en el umbral de la puerta y se quedaron mirando al adonis padre de familia que era Draco, que las miró con una ceja alzada lo cual las embobaba un poco porque lucía lindo, pero parpadearon al mismo tiempo porque lo que estaba pasando no era nada agradable

-¿Qué pasa?

-Es que…

-Bueno, resulta…

-¡No encontramos a Wynne y a Hermione!

-¿Cómo? – Gruñó Draco

-Hermione estaba en su habitación, Wynne en la suya, nosotras acostamos a los otros niños, pero cuando buscamos a la niña, a Hermione, no las encontramos

-Ya buscamos en la mansión dos veces, en todos los rincones ¡Bueno! Hasta en las bóvedas secretas… ya sabes… por si Wynne andaba por ahí y nada

-Estamos pensando que quizás… salió…

-¿Con esta lluvia?

-No sabemos si pudo haber salido antes de que comenzara a llover, no parecía que esto fuera a ponerse feo

Draco se llevó la mano al pecho, miró a través de la ventana, la lluvia no daba tregua, no cesaba, al contrario, los rayos y los truenos eran más constantes, un miedo profundo lo inundó y no lo dudó

-¡Draco! – Gritaron las chicas cuando lo vieron correr hacia la puerta, cuando abrió la puerta las fuertes ráfagas de aire entraron y el frío penetró sus huesos al instante...

De inmediato supo el rubio que si su hija y su esposa estaban afuera, no sabía las condiciones, quizás estaban en peligro, quizás necesitaban ayuda, así que Draco caminó entre la lluvia, moviendo su varita para apartar las cortinas de lluvia que le impedían ver el camino

Con fuerza, comenzó a buscar una pista, se sentía por un lado, tonto de estar bajo la lluvia, buscando algo que quizás no estaba pasando, pero que por otro lado, su corazón le decía que tenía que salir y buscar

Draco caminó bajo la tormenta, mirando a todos lados, empapándose de pies a cabeza a los pocos segundos que había salido, pero no le importaba, tenía que buscar, solo así encontraría, aunque la lluvia fuera algo pesado en su cabeza, aunque la frialdad le calara con fiereza

De repente, al frente, Draco vio una luz, una brillante que se dejaba vislumbrar cuando los relámpagos atravesaban el cielo, logró ver a dos personas que batallaban por caminar, no lo pensó dos veces, el rubio comenzó a moverse entre la lluvia, directo hacia esas personitas

Lo que vislumbraban eran las joyas que Hermione tenía puestas en la cabeza y que no se había quitado, se llenó de terror cuando alcanzó a ver que Hermy batallaba por cargar a una Wynne casi inerte, el corazón se le paralizó a Draco y sintió un miedo atroz

¿Estaba Wynne viva? No… la sola idea de perder a su hija lo llenó de conmoción, apresuró los pasos bajo el lodo hasta llegar hasta donde Hermione quien al verlo no pudo evitar las lágrimas, porque ella estaba al borde del fallecimiento, a duras penas logró darle a la niña en sus brazos

-¡Wynne!

-¡Está mal, está muy mal! – Susurró Hermione cayendo de rodillas en el lodo – No se que hacía ella caminando con este clima… pero casi se ahoga… creo que es mi culpa…

-Regresemos ahora mismo ¿Puedes caminar?

-¡Llévate a Wynne, yo te alcanzo!

-¡No, levántate y avanza, sostente de mí! – Casi gritó Draco desesperado, sabía que no podía dejar sola a Hermione, así como estaba, lo que menos quería era perder a su hija y a su esposa

Hermione hizo tremendo esfuerzo y siguió a Draco, notando que estaban cerca de la mansión, así que había avanzado un buen tramo cargando a Wynne… al entrar, las madrinas estaban atentas y al ver las condiciones en las que entraban, no dudaron en ayudar a Draco

-Tengo que llevarla a San Mungo – dijo el rubio

-Imposible, cerraron la red flu – dijo Salesia – Es por la tormenta, han mandado el comunicado apenas hace un segundo…

-¡Lleva a Wynne a su habitación! – Gimió Hermione con el cansancio a cuestas - ¡Quítenle la ropa, hay que frotarla y ponerla calientita! ¡Rápido que se enfría! – Protestó, puesto que aún tenía sus conocimientos médicos presentes

Draco la llevó a su recámara, le despojó de su ropa a jirones, mientras que avivaban el fuego para que la habitación se mantuviera caliente, la metieron en un poco de agua tibia y luego la envolvieron en un grueso abrigo y la envolvieron en las cobijas

No era la única que ardía en fiebre, Hermione también, pero no se quejó de nada, preparó un par de pociones y se las daba por gotero a Wynne, para bajarle la fiebre, la niña tenía escalofríos y deliraba llamando a su madre… Toda la noche Hermione se la pasó al pie de su cama, al igual que Draco

Sin duda agradeciendo que las madrinas mantuvieran alejados a los niños de ahí, aunque fuese a la fuerza, puesto que podrían contagiarse de algo, esperaban que ellas no tuvieran problemas en sus casas por ayudarle a sobrepasar esos tragos tan amargos

Pero se sentían en el fondo, un poco culpables de no haber vigilado a Wynne, porque sin duda alguna, no la hubieran dejado salir con tremenda tormenta asomándose en el cielo

Cuando Wynne despertó un día y medio después, a su lado estaban su padre y su madre, Draco se había quedado dormido y no había notado nada raro, hasta que Wynne se levantó de su cama y aún se sentía mal y todo le dolía, buscó de inmediato a Hermione

-¿Mami? – La sacudió pero Hermione no se movía - ¿Mami? – Y nada

Sentía que si respiraba, pero al tocar su rostro, notó que ardía, sin duda, por estar tan al pendiente de que a Wynne se le bajara la fiebre y evitara un daño mayor, ella se había descuidado de su resfrío

-¡Papi, mami no se despierta!- Gimió la niña afónica, sin duda, con los efectos del resfriado

-¿Qué? – Parpadeó Draco y se alivió de ver a Wynne incorporada, aunque con el semblante pálido, una tos herrumbrosa y el tremendo dolor en la garganta, aparte que casi no podía hablar

-Mamá… no se despierta – Señaló como pudo

-¿Qué? – Volvió a gemir y fue hacia Hermione, la movió, pero nada, ella parecía sumida en un sueño profundo, su cara ardía y un sudor recorría su frente, sin duda, estaba enferma también

-Papi – masculló Wynne

-¡Tengo que llevarla a su habitación, quédate aquí Wynne, tienes que descansar, no te preocupes, ella estará bien! – Masculló Draco, aunque no sabía si eso sería cierto o no, puesto que su esposa tenía una palidez terrible, había pasado toda una noche así y en su preocupación por Wynne, no se había atendido

Un Dragón bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora