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The reel good drag

Lalisa Manobal.


Odio el silencio.

Desde hace dos años todo lo que ha habido en mi vida ha sido silencio.

Mi pecho se encoge cuando entro en casa. Desearía tener que entrar a hurtadillas para no despertar a nadie pero no hay alguien a quién despertar.              
Tiro mis  llaves  en  el  mueble  del  recibidor pero  se caen  al  suelo,  no  me  molesto en recogerlas. Me libero de los tacones y suspiro placenteramente cuando noto el suelo plano contra mis pies. El reloj marca las cinco de la madrugada, en dos horas debo estar lista para ir a clase pero solo quiero olvidarme de todo y meterme en mi cama.   
             
Me  arrastro  hasta  la  ducha  y  el  agua  se  lleva  la  sudor  y  el  olor  a  infidelidad  que impregna mi cuerpo.                    
Me noto entumecida y temo caer del agotamiento en cualquier momento y quedarme inconsciente. Cierro el grifo y me envuelvo en la toalla, me dejo caer en la cama sin molestarme en
secarme o ponerme la ropa y cierro los ojos. No sé cuanto tiempo lleva sonando la alarma pero definitivamente no es la primera vez que suena.

Mis ojos parecen estar pegados, mi pelo sigue húmedo y tengo los dedos de los pies congelados por el frío. Estiro la mano para apagar el teléfono pero no lo alcanzo bien y acabo tirándolo al
suelo.  El  sonido  de  como  cruje  me  hace  saltar  de  golpe,  no  me  sobra  el  dinero  para comprar otro teléfono nuevo. Lo cojo y antes de darle la vuelto rezo para que esté bien.

Hay una línea que va de un extremo al otro de la pantalla pero solo ha sido afectado el protector. Suspiro  agradecida  y  es  entonces  cuando  me  fijo  en  que  ya  debería  estar  en
clase. Me muevo rápidamente de un lado a otro. No me doy cuenta de que el suelo del baño sigue  húmedo  hasta  que  mi  pie  descalzo  resbalaba  por  el, lo  siguiente  que  noto  es  la esquina del plato de ducha en mi pómulo derecho.

Ouch.

Muerdo mi lengua para evitar
gritar de dolor, mi mano aprieta con fuerza la zona afectada y maldigo por lo bajo. Me visto en tiempo récord y cojo lo esencial para sobrevivir el primer día de clase, tengo una resaca horrible y la luz del día intensifica mi malestar.
Arranco  el  motor  del  coche  y  me  cuestiono  si  todavía  sigo  un  poco  borracha  para conducir.

Para mi suerte llego de una pieza a la universidad. Miro el reloj y muerdo mis uñas fuera de la puerta debatiéndome si entrar o no. Según mi planificación las dos primeras horas son Historia del Derecho y ya llevan una hora dando clase. Si abro la puerta me
puedo encontrar dos cosas; tal vez están haciendo un descanso antes de la siguiente hora de clase o tal vez el profesor no da descansos y está dando la clase.

Mi  mano  tiembla  ligeramente  mientras  empujo  la  puerta,  una  voz  masculina  grave resuena por los altavoces del aula, intento no mirar a nadie porque me siento mortificada, de repente la voz se calla y siento muchos pares de ojos mirándome.

— ¿Puedo ayudarla en algo señorita..? —pregunta la voz grave.

Mis mejillas se sonrojan y no soy capaz de mirarlo a la cara.
  
— Manobal —respondo por lo bajo—Yo...venía a su clase señor.

— ¿Una hora tarde?

Escucho como sus pasos se acercan.

— Lo siento mucho señor, no volverá a pasar —mi voz suena llena vergüenza.

ROCKSTAR +21 [LISKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora