Capítulo 41: El Asalto a Rocadragón

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Capítulo: El Asalto a Rocadragón

137 d.C

Aemond y su familia volaban alto en el cielo, sus dragones cortando el aire con sus enormes alas. Aelor, Alia y Lyra, montando sus respectivos dragones, seguían a su padre y a su madre, Rhaela, en una formación precisa y poderosa. Los dragones rugían, anunciando su llegada mientras se acercaban a Rocadragón, la fortaleza ancestral de sus enemigos.

La oscuridad de la noche se rompió con el brillo de las llamas verdes y doradas. Los dragones de la familia Targaryen lanzaron fuego desde el cielo, atacando las defensas de Rocadragón con una furia desatada. Aemond lideraba el ataque, su dragón Vhagar arrojando fuego sobre las torres y murallas, mientras los hijos de Aemond atacaban desde diferentes ángulos, creando un espectáculo de destrucción y caos. Rhaela, montando a Ignis, el dragón dorado, supervisaba el campo de batalla desde el aire, sus ojos morados brillando con determinación.

Desde el interior de la fortaleza, Daemon Targaryen se preparaba para la defensa. Montado en su dragón Caraxes, el Dragón de Sangre, salió volando para enfrentar la amenaza. Los dos dragones se encontraron en el cielo, enredándose en una danza mortal de garras y dientes.

Aemond y Daemon intercambiaron miradas de puro odio mientras sus dragones luchaban ferozmente. El choque de las bestias sacudió el cielo, y las llamas envolvieron a ambos dragones, creando una tormenta de fuego y sangre.

En medio de la batalla, Aemond y Daemon se enfrentaron directamente, espadas desenvainadas. Caraxes y Vhagar se entrelazaron, mordiendo y arañando, mientras sus jinetes luchaban cuerpo a cuerpo. En un giro de la lucha, ambos dragones perdieron el equilibrio y cayeron del cielo, precipitándose hacia el mar embravecido bajo ellos.

El agua se alzó en una explosión al impactar, y ambos dragones desaparecieron bajo las olas, llevándose a sus jinetes con ellos. La batalla en el cielo cesó abruptamente, y un silencio pesado cayó sobre el campo de batalla.

Desde las alturas, Rhaela y sus hijos observaron con horror y angustia. ¿Habían perdido a Aemond en la batalla? ¿Había caído Daemon junto a él? La incertidumbre se cernía sobre ellos mientras el humo y las cenizas de Rocadragón se alzaban en el aire.

El destino de Aemond y Daemon quedó envuelto en el misterio, dejando a todos en suspenso, sin saber si alguno de ellos sobreviviría para ver otro amanecer


El último dragón: La casa del dragónWhere stories live. Discover now