Todas Las Sonrisas Que No Veré

32. No dejes que te quiten esa luz

Mi móvil vibra y es el número de Jose, mi abogado. Tengo mucho miedo de lo que me pueda decir. Es posible que el tribunal haya dictado sentencia... ¿Qué digo? Ya habrá una sentencia en firme o no me molestaría.

—Ho-hola, Jose.

—Buenas tardes. Tenemos sentencia. —El tono de su voz expresa triunfo y alegría. ¿Será posible?—. Te lo mando por mail.

—No te me hagas el interesante y dímelo. ¡Los abogados sois terribles!

—¡Hemos ganado, Esperanza!

Las piernas me fallan y caigo al suelo y rompo a llorar. Este es un gran triunfo, no sólo para mí sino para más mujeres —e incluso para Amaia que su vista oral ocurrirá en unos días.

Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo. Un arco de mi historia que se cierra de forma satisfactoria. Dios, el universo o, simplemente, la justicia hicieron su trabajo y nos están regalando paz.

—Gracias, gracias, José.

—Yo no hice nada más que ayudar a que los cargos presentados por el fiscal fueran consistentes y acordes a la realidad. Si por mi fuera, me gustaría no haberte conocido nunca en estas circunstancias, lo que significaría que nada de esto habría pasado.

—Pero pasó.

—Sí. Espero que esto pueda ayudarte a dar un pasito más para recuperar tu vida. —Jose hace una pausa. Es muy posible que me comunique algo que no me guste—. Parte de la restitución por parte de Saúl es una indemnización monetaria y es una cantidad elevada y, te puedo asegurar que no podrá abonarla de inmediato. Aunque la ley lo obliga a que satisfaga esa deuda que hay contraído contigo mientras esta exista, salvo que el pruebe su insolvencia y pida una reducción o extinción de esta, cosa que no es nada sencillo.

»También hay un plazo y un procedimiento de apelación para recurrir la sentencia. Me extrañaría que no lo hicieran. Esto podría durar varios meses y existe la posibilidad de que las condenas de Saúl puedieran reducirse.

—No me importan que no me den ni un duro. No quiero su dinero. Lo que sí espero es que pase entre rejas el mayor tiempo posible.

—Lo entiendo. En cuanto a la pena económica es lo que la ley dicta y lo recibirás, tarde lo que tarde sea el que sea su valor. Ya dependerá del Tribunal Superior de Justicia la revisión de la pena de cárcel reducirla o mantenerla. En fin, que debemos tener un poquito de paciencia aún, pero que es culpable de todos los cargos no es algo recurrible. Esa mancha la llevará por siempre con él.

—Gracias por todo. Eres un buen abogado y mejor persona.

—¡Anda! Nunca nadie me dijo esas dos valoraciones en la misma frase.

El comentario me hace reír. Mientras nos despedimos, me promete que me tendrá al tanto de cualquier noticia sobre las apelaciones o información relativa al juicio.

Me apoyo sobre la cama. Me imagino a mi pequeño bebé desde el cielo, en paz. Agarro una almohada y la abrazo, porque no puedo hacerlo con él.

—If I could be with you tonight, I would sing you to sleep, never let them take the light behind your eyes.

Siempre me encantó esa canción de My Chemical Romance y no sé por qué, pero quiero cantársela a él. Aunque Saúl no sólo le arrancó la luz, quiero pensar que desde el paraíso está disfrutando esa vida que le fue arrebatada.