LA HERMANDAD OSCURA

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RUBIUS

Ni siquiera yo tenía muy claro cómo había terminado en una mafia. Pero el caso es que ahí estaba. Supongo que siempre se me había dado bien meterme en problemas.

Ser un liante iba impreso en mi ADN.

William siempre había sido el cabecilla. Aquello me quedó claro desde el día que pisé por primera vez las instalaciones ocultas que tenían en el sexto sótano de uno de los edificios más altos de la ciudad, que era propiedad y herencia de Willy tras dimitir su padre como jefe de la compañía, y cederle el puesto.

Fargan era su mano derecha, y aunque yo empecé en lo más bajo de la mafia, cada pequeña misión que me asignaban terminaba siendo un espectáculo visual en las noticias, y no tardé en ascender mucho más rápido de lo que me hubiese gustado. Si al principio mis "deberes" consistían en pasármelo bien mientras sembraba el caos, ahora me estaba convirtiendo en un portador de destrucción. Y temía el momento en el que a Willy se le pasase por la cabeza convertirme en su sicario personal.

Hasta el momento no había tenido que matar a nadie, aunque si había herido de gravedad a un par de personas para poder escapar. Pero nunca me daba el lujo de acabar con ellas para deshacerme más rápido del problema. Llamémoslo una ley de "0 kills". Un poco al estilo Batman.

Al final acabé siendo su mano izquierda. No tenía ninguna intención de pasar de ahí: ni de quitarle el puesto a Fargan (cosa que era imposible dado el trato que se llevaban aquellos dos, y que William era reticente a confiar plenamente en mi) ni de derrocarlo (quiero decir... ¿para qué? ¿para que se me echase toda la mafia encima y me mataran?). Me estaba yendo bien, y no tenía ninguna intención de cambiar las cosas.

Si acaso, me daba respiros más prolongados. Ingeniaba tramas más "divertidas" y vistosas para mis misiones, y salía siempre por la puerta grande. Llegó un punto en el que incluso, dentro de la mafia, se me conocía como "El bromas". Pero era un mote al que yo no solía responder, y que terminó cayendo en el olvido.

Y entonces me asignaron la primera misión totalmente seria que tendría que afrontar. Que no admitía discusiones, ni fiestas, ni diversión, ni estupideces. A la porra el drama y las explosiones.

No me tomé demasiado bien la noticia.

- Eres un cabrón William.

- Y tu un mandado. Por desgracia. – Bufó – Sé que cuando vas por tu cuenta los planes siempre funcionan mejor, pero en este caso no nos lo podemos permitir. – Titubeó un segundo para después añadir una disculpa nada sincera - Lo siento.

- Es mucho tiempo – Repuse, sabiendo que aunque me quejase no iban a cambiar la misión.

- Ya está decidido – Fargan volvía a la mesa circulas en la que acostumbrábamos a sentarnos cada vez que diseñábamos y discutíamos un plan nuevo. Pero en este caso no habían contado conmigo. No me habían avisado del proyecto hasta que lo tuvieron en marcha, precisamente para que no pudiese negarme. – Este es el perfil del chico.

Y me tendió un cartón bien perfilado con una hoja de datos enganchada encima.

- A ver si me ha quedado claro. – Los sopesé a ambos con la mirada – Queréis que me haga pasar por un viajero en un pueblucho rodeado de monstruos al oeste de la ciudad... Karmaland. Para ganarme la confianza del tío del fichero y sonsacarle la ubicación de los planos del arma MP-02... y la identidad de la persona que tiene la llave que los abre.

- Exacto. – Willy se cruzó de brazos – Es un instrumento diseñado para alejar a los monstruos a un radio bastante amplio de kilómetros, pero con unos pequeños retoques hemos estudiado que podríamos convertirla en un arma un tanto más letal. Y podríamos saquear esta ciudad enorme al completo.

BLOOD - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora