Único

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Últimamente pasaba más tiempo despierto. Nunca durmió tan poco, tal vez vivía demasiado. Tenía varios episodios de insomnio por las noches. Donde tenía la paz y tranquilidad de su habitación, en el lugar que la soledad y el silencio predominaban por sobre todo, y su cama era su estimulante a relajarse.

Ese sitio donde dejaba de ser el gran futbolista de la selección alemana y el club bávaro, y pasaba a ser simplemente Jamal; el chico que seguía sufriendo por no encontrar a su otra mitad.

Había escuchado una vez la idea del dramaturgo Aristófanes proveniente de Atenas. Él contaba que el hombre primitivo era redondo, con la espalda y costados formándo un círculo, con cuatro manos y cuatro pies; y dos cabezas, mirando en direcciones opuestas.

Algunos de ellos eran todos mujeres, algunos, todos hombres, y otros, mitad mujer y mitad hombre. Aunque eso no tenía mucha relevancia, después de todo seguían siendo uno.
Eran también extraordinarios en fuerza y vigor. Y tenían un inmenso orgullo, hasta el punto de que conspiraron contra los dioses.

Se cuenta que Zeus, percibe de lo poderosos que podían llegar a ser. Entonces acudió y ordenó a Apolo para que los cortara por la mitad, y los dividiera para siempre, de manera que cada humano quedara con dos piernas, dos brazos, y una cabeza. Y se mantuviera tratando de encontrar, literalmente, su otra parte.

Es una historia muy, muy hermosa, y Aristófanes agrega detalles para ilustrar cuán dolorosa fue esa separación. Por ejemplo, se cuenta que Apolo ajustó a los humanos en posición vertical y les giró la cabeza para que pudieran ver a su otra mitad al frente.
Se daban fuertes abrazos tratando desesperadamente de soldarse de nuevo, sin lograr hacerlo.

Musiala a veces se ponía a pensar en aquél mito. Algo confuso para él.

¿Y si realmente había nacido sin otra mitad?

Es decir, siempre sintió que algo le faltaba, que no había nacido completo.

O quizá nunca nadie supo como quererlo de cerca.

A veces, en la soledad de su habitación, meditaba.

Cada persona que había amado, se habían ido de su lado de alguna u otra manera. Así se había dado cuenta que a las personas no les importaba si él era parte de sus vidas o no. Simplemente, se alejaban de él.

Un día estaban y al otro desaparecían.

La nostalgia lo invadía más de lo que quería. Sus recuerdos eran dolorosos.

Se sentía una bailarina atrapada en una cajita musical, condenado a permanecer dando vueltas en su sitio; solo.

Su refugio siempre serían su habitación y la música. Su cuarto le daba la paz que necesitaba para adentrarse en su mente sin que nadie lo moleste, y la música transformaba a su corazón en una guarida cuando lo malo lo lastimaba.

Jamal era muy sensible, eso estaba más que claro.

Pero, ¿era tanto pedir un poco de amor? ¿Era demasiado desear que alguien se quede a su lado? Al parecer sí.

Jugaba con la nostalgia de ver que todos se alejaban de él, sin saber si volverían algún día en búsqueda de su compañía.

Posiblemente, nadie estaba conectado con él. Quizá para algunas personas era muy dulce como para soportarlo, o muy agrio como para sentir amor. Tal vez él no era una naranja, sino otra fruta. Por algo no tenía su mitad. Era distinto al resto.

El destino lo quiso así.

Que permanezca vagando sin rumbo alguno, tratándo de encontrar algo intangible. Explorando lugares poco conocidos de sí mismo para poder encajar con la múltitud y hallar a alguien que lo ame de verdad.

Contando Ovejas| Manuel Neuer × Jamal MusialaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora