16: Sueños intranquilos, promesas pendientes

284 36 55
                                    

Nota:

Mi headcanon es que Sukuna es friolento y tiene los pies helados en la noche.

***

Capítulo 16: Sueños intranquilos, promesas pendientes

Sukuna caminaba con seguridad y un par de veces había dicho que sí, que ésa era la ruta. Se le notaba deseoso de seguir adelante, casi hambriento. Así que, durante la última media hora, Yuji se había cuidado de no bostezar y no mostrar ningún signo de cansancio que pusiera fin a su travesía. Si Sukuna quería continuar, él también. Sólo que se le escapó un bostezo sin darse cuenta y el Rey de las Maldiciones, el rey con dos pares de ojos, lo notó.

—Por allá —dijo Sukuna—. Ladera arriba. Encontraremos un lugar seco para dormir.

—Podemos caminar otro rato. ¿No crees que hoy avanzamos muy poco?

—No importa. Mañana lo compensaremos. —Le apoyó una mano en el trasero y lo empujó suavemente pendiente arriba—. Vamos. Encenderé fuego para que no tengas frío.

—Tú eres al que le da frío más fácilmente.

—Entonces encenderé el fuego para mí. Pero tú tampoco tendrás frío.

Subieron y hallaron una saliente debajo de la cual pasar la noche. El aire de las montañas estaba tan limpio que calaba en la nariz. Las estrellas, a través de la borrasca, se veían claras, punzantes.

Yuji acomodó una capa de musgo debajo del saco de dormir y Sukuna encendió el fuego. Su pequeño refugio se llenó con el olor del humo, pero incluso éste parecía limpio y fragante.

—¿Tienes hambre? —le preguntó Sukuna.

—No —dijo Yuji. Habían cenado un par de horas atrás, durante un breve descanso. Se contentó con sentarse a descansar, las piernas cruzadas en posición de loto. Se contentó, hasta el fondo de su alma, simplemente observando a Sukuna, quien destapó la cantimplora y se la ofreció, incluso antes de beber de ella.

—¿Quieres agua?

—Estoy bien. —Se agarró los tobillos y se meció de lado a lado. Quizá podría lucir ocioso, pero en realidad se sentía en un trance. Estaba absorto en la presencia de Sukuna y en los pequeños gestos que le había demostrado a lo largo del día. Había un calorcillo extraño en su estómago, una llamita tan pequeña como inagotable.

"Estoy enamorado", pensó. Era la primera vez que lo ponía en palabras conscientes.

Sukuna dejó la cantimplora a un lado, sin resentirle el rechazo. Acto seguido, le desató las agujetas y le quitó los tenis rojos.

—Duerme.

La llamita se esponjó dentro de Yuji.

Todo el día había sido así. Sukuna lo sostenía por el codo aunque él no lo necesitara, le preguntaba si quería agua o tenía hambre, en la caja de la camioneta le había acomodado la capucha de la sudadera... Lo cuidaba. Y había en sus actos una franqueza que no permitía confundirlos con descuidos. Sukuna hacía todo aquello de forma deliberada, desde ofrecerle agua hasta quitarle los tenis. Aunque el fundamento de su relación fuese un error sincero, Yuji sentía que nada de aquello era un accidente.

Voluntad. A lo mejor a eso se reducía lo suyo. Voluntad para amar y para cuidar.

Sin meditarlo demasiado, dijo:

—Al principio no te creía en nada de lo que decías. Cuando... cuando pensaba que seguías siendo un espíritu maldito. A lo mejor no debí creerme todo lo que el profe Gojo dijo que estaba escrito en los archivos. Es... Nunca pensé... —Sintió las mejillas calientes y no era por estar de cara al fuego. Su voz se fue haciendo pequeña, queda, pero cada palabra conservó su nitidez—. Nunca pensé que pudieras ser tan... tan atento y, ya sabes, cuidar de mí... Gracias por cuidar de mí.

Los ojos del rey (JJK SukuIta ff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora