Capítulo quince; foto con una paloma

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Llevo como diez minutos gritándoles al Seba y la Pia porque están en la competencia de baile.

Ellos tienen historia, sus mamis son amigas de tiempo y los inscribian en clases de baile, de hecho, son campeones regionales de cueca.

Algo más grande de lo que he hecho en toda mi vida.

Ballroom, salsa, caporal, de lo que quieras saben.

Me apoyo en el Cris porque ya se me cansan las piernas y tengo como veinte clavos para la mesa pide, me robe tres carnets antiguos y ando hasta con agujas.

La Isa trae porotos, lentejas, calcetines de repuesto, coles, de todo.

Los menos competitivos nosotros.

El Cris tiene puesta su polera del Colo y me da risa porque le robó a su mamá la de la U, por eso mismo llegó muy indignado hoy.

— ¿De que te ríes?

— De que eri' del Colo y andai' con una polera de la U.

— No es chistoso, mi mamá es una vende patria.

Me sigo riendo con la mirada fija en mis amiguitos que hacen una voltereta.

— Ya digan que nosotros ganamos, miren la voltereta que le dio el Seba. — dice la Emma.

— Sáquenlos antes de que me sigan humillando porfa. — comenta la Mimi.

Me río escuchándolos y sigo mirándolos.

Admiro enormemente a las personas que encuentran su pasión y continúan con ella.

Pero yo no he podido, hice gimnasia, ballet, entré a clases de distintos instrumentos, teji, borde, aprendí a hacer uñas, patinaje, skate y nada.

Soy una conocedora de todo, experta en nada.

Y es triste.

Terminan y los ovacionamos, nos dan por ganadores.

— Gracias a los participantes y damos paso a la mesa.

— Ay al fin, ya me pesaban los clavos. — hablo mientras nos acercamos más a la gran mesa que tienen para esta actividad.

— Mi mamá me mando hasta con pesos de uno. — muestra las monedas el Teo.

— Vamos a empezar con la mesa pide, lo primero... la mesa pide una pinza para cejas.

La Emma llega a levitar cuando corre a la mesa y entrega la pinza.

— Punto para la alianza negra, grande la reina.

Vuelve victoriosa mostrando su pinza.

— Para el hueon que dijo que una pinza no me servía para nada.

— Profe Arturo de usted habla. — respondo.

— Siguiente, la mesa pide... los dos carnets más antiguos que tengan.

Ahora levito yo, saco el carnet del papá de mi bisabuela y el de mi abuelo, los entrego.

— Veamos que tenemos aquí, ¡mil novecientos ochenta y cinco! ¿Elisa fuiste a robar a un cementerio?

Me río y le pasó el otro.

— Y el otro es de mil novecientos cuarenta y dos, ¿alguien tiene un carnet más antiguo?

Me giro y no avanza nadie.

Bien ctm, ya puedo ir a devolverles a los pobres muertos sus carnets.

— Parece que no, otro punto para la alianza negra, Elisa ahora de verdad, ¿a quien le robaste el carnet?

Gane mi reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora