La vida en los Estados Unidos seguía siendo una montaña rusa de emociones para Santiago. Aunque se esforzaba por mantener su relación con Israel fuerte y saludable, la proximidad de Mariana se había convertido en una fuente constante de tensión. Mariana, a pesar de su rechazo inicial, no pudo evitar sentirse atraída por Santiago, y Santiago luchaba con sentimientos encontrados que no podía negar.
Un viernes por la noche, después de una semana particularmente estresante en el trabajo, Santiago y Mariana se encontraron solos en la oficina. La mayoría de sus colegas ya se habían ido, y los dos decidieron quedarse un poco más para terminar unos proyectos pendientes. Mientras trabajaban, Mariana le ofreció a Santiago una copa de vino para relajarse un poco.
—Vamos, Santiago. Solo una copa para celebrar que hemos sobrevivido a esta semana infernal —dijo Mariana con una sonrisa coqueta.
Santiago dudó por un momento, pero aceptó. Necesitaba relajarse, y una copa de vino no podía hacer daño. A medida que pasaba el tiempo, las copas se convirtieron en dos, luego en tres, y la conversación se volvió más personal y relajada.
—Santiago, sé que esto es complicado, pero no puedo dejar de pensar en ti. Sé que tienes a alguien, pero siento que hay algo especial entre nosotros —confesó Mariana, mirándolo directamente a los ojos.
Santiago sintió su corazón acelerarse. La tentación y el alcohol nublaban su juicio. En un momento de debilidad, Santiago se acercó a Mariana y la besó. Fue un beso cargado de emociones reprimidas, una mezcla de pasión, culpa y confusión.
Después de ese momento, Santiago se sintió abrumado por la culpa. Sabía que lo que había hecho estaba mal, que había traicionado la confianza de Israel, pero no pudo detenerse. La noche se volvió borrosa, y Santiago cayó en la tentación, sucumbiendo a sus deseos.
A la mañana siguiente, Santiago despertó en su apartamento, solo y con una sensación de vacío y culpa que lo abrumaba. Miró su teléfono y vio varios mensajes de Israel.
—Buenos días, Horse. ¿Cómo estás hoy? —¿Estás ocupado? Extraño nuestras conversaciones. —Por favor, llámame cuando puedas.
Santiago sintió un nudo en el estómago. No podía enfrentar a Israel sabiendo lo que había hecho, pero tampoco podía seguir ocultándolo. Decidió responder con la mayor normalidad posible, intentando ocultar su culpa.
—Buenos días, Israel. Lo siento, anoche llegué muy tarde y me quedé dormido. Hablemos más tarde, ¿te parece?
Israel respondió rápidamente, aliviado de saber de Santiago.
—Claro, Horse. Entiendo. Hablemos cuando estés listo.
Durante los días siguientes, Santiago intentó evitar a Mariana en el trabajo y se concentró en su relación con Israel, pero la culpa seguía acechándolo. Cada vez que hablaban por Discord, Santiago se sentía como si estuviera traicionando a Israel una y otra vez. Las noches de juego en Valorant se convirtieron en un escape temporal, pero no podían borrar lo que había sucedido.
Mariana también sentía el peso de la culpa y la tensión entre ellos era evidente. Aunque trataba de actuar con normalidad, no podía evitar sentirse responsable por lo que había sucedido. Un día, después de una reunión, Mariana se acercó a Santiago.
—Santiago, lo siento. No quería que esto sucediera. Entiendo si no quieres hablar conmigo más —dijo, con una mezcla de arrepentimiento y tristeza en su voz.
Santiago suspiró, sabiendo que debía enfrentar sus acciones.
—Mariana, esto no debería haber pasado. Estoy en una relación y no puedo seguir así. Necesito distancia para aclarar mis pensamientos y para ser honesto con Israel.
La distancia entre Santiago y Mariana ayudó un poco, pero la culpa seguía presente. Santiago sabía que eventualmente tendría que confesarle a Israel lo que había pasado, pero el miedo a perderlo lo paralizaba.
Por su parte, Israel comenzó a notar un cambio en Santiago. Las respuestas eran más breves y distantes, y había un tono de inquietud en su voz que no podía ignorar. Decidió no presionarlo, esperando que Santiago se abriera cuando estuviera listo.
El conflicto interno de Santiago lo estaba desgarrando, y sabía que no podría seguir así por mucho tiempo. La verdad era un peso que debía liberar, pero temía las consecuencias. Santiago estaba atrapado entre su amor por Israel y la culpa de su traición, y la resolución de este conflicto determinaría el futuro de su relación.