¡PERRA!
Lilith Radcliffe:
El sonido de mis tacones resuena por toda la habitación, no soy de las que se pone nerviosa por nada, soy una de las demonios más hermosas y deseadas, llegando al punto de que incluso el mismo rey reconociera mi belleza.
Todos los hijos del rey deben casarse y tener hijos, ya que se tiene que asegurar el legado familia y el poder de la familia Harcourt sobre la corona, Selene Harcourt, la madre de los herederos y la mujer más poderosa de este reino, me había elegido como la mujer que quería para el menor de sus hijos varones.
Pero la llegada de esa maldita defectuosa lo ha estropeado todo, estoy cabreada, quiero cortarle la garganta para ver cómo se desangra, tomar el lugar que me corresponde, lo que debo ser, una princesa de las tinieblas.
Miro a la mujer del rey que está a mi lado pensando en una solución para esta ridícula situación. Es una mujer hermosa a pesar de su edad, su cabello plateado y sus ojos dorados, pero no engaña a nadie. Todos saben que es el mismo diablo, y la única mujer que aguantó un hijo del rey, dándole cinco.
—Su majestad. —me mira, sabe lo que voy a decir.
—El rey va a solucionar esto.
—¿¡Y si no!? —me alteró
—¿Estás cuestionando mi palabra? —no digo nada, por un momento olvidé que ella es la reina aquí.
—Su Majestad no va a permitir, esta insolencia.
—Con todo respeto, no es la primera vez que pasa algo como esto y el rey no pone régimen a su hijo.
—No vengas tú a decirnos cómo criar a nuestros hijos cuando tú dejaste que una moribunda tomara tu lugar al lado de mi hijo. —me quedo callada, no deje que tomara nada, ese lugar es mío.
—Le aseguro que Azael…
—Lord Azael para ti, querida. —levanta la barbilla y se acerca a mí, mirándome con altanería.
—¿Sabes todo lo que tuve que hacer para llegar aquí? Tener que librarme de millones de perras queriendo ser las que traigan a los hijos de su majestad. Te consideré porque pensé que podías ser especial para alguien como mi hijo, pero veo que me equivoqué.
—No se equivocó. —me apresuró a decir.
—Entonces demuéstrame que eres digna y desate de esa maldita defectuosa, la quiero como bocadillo para mis gatos, así que no tardes. —se encamina hacia la puesta y se detiene quedando de espaldas.
—Demuestra que eres digna de traer a mis nietos. —se va dejándome rabiosa.
Sé que no se casará con ella, estoy segura. La familia real es la más poderosa de todas, y no cualquiera puede aguantar a un demonio de la familia real en la cama, y menos… Darle hijos, yo ya he estado con Azael, y no he tenido consecuencias, a diferencia de las otras mujeres con las que se ha acostado, las he investigado todas, y terminan muriendo o decayendo, si Azael ya toco a esa perra solo es cuestión de tiempo para que se muera, y con lo débil y pequeña que se ve, solo me da lástima.
Salgo de la sala, caminada por los pasillos de la mansión, me detengo en la puerta de Naamah Harcourt, la menor de los Harcourt se supone que sería mi ayuda en esto, ya que aunque a simple vista todos los hermanos se odian, ella no le desagrada y sí la toma en cuenta. Pero aunque sea su hermana, a mí opinión, es una perra más, y se niega a ayudarme. No puedo ver el día en el que se muera de una vez, pero antes, me ayudará sí o sí.
Me acerco para tocar la puerta, pero me detengo en seco cuando escucho los gemidos que provienen de dentro, con que con esas estamos, llevo las manos al mango de la puerta para abrir ligeramente, son tan idiotas que ni siquiera cerraron con llave, miro lo que hacen, la muy idiota se está revolcando con Raum Thornton, ja, un plebeyo de la primera casa, sin duda nunca sería aceptado por el rey, me preguntó que pasaría si se entera de esto.
—Señorita Radcliffe. —la voz de la criada me toma por sorpresa y cierra la puerta por completo. La ignoro y me voy rápido, seguramente escucharon la puerta, cerraron y deben saber que alguien los vio.
Camino por el pasillo hecho fuego por todo lo que pasa por mi cabeza, pero todo se detiene cuando veo a mi demonio salir de su habitación, está vestido de negro como siempre, con una elegancia, tan sexy y tentador, me lo tengo que quedar para mí, ninguna perra de la porquería humana me lo va a quitar.
Camino hacia él, antes de que me le acerque, se detiene. Pudo saber que estaba allí, incluso de espaldas, no esperaría menos del hombre que amo.
—Azael.
—Contigo quería hablar. —mis ojos se iluminan al escuchar eso, está serio y aun así está bien atractivo, con sus ojos amarillos que brillan en la oscuridad como un sol por la mañana.
—Yo también, que…
—Alejate de Kira, Lilith. —me congelé al instante, voltea a verme tan serio que sentí como un cubo de ladrillos me caen en la cabeza.
—¡En serio piensas seguir con esta ridiculez! —sus ojos penetrantes me observan con seriedad, aprieto tanto los puños que mis nudillos se ponen blancos.
Me vuelve a dar la espalda sin decir nada, la frustración me gana y le agarro la muñeca en intento de que se detenga.
—¡No puedes darles la espalda a todos por una perra defectuosa! —me aparta bruscamente mirándome con desprecio.
—No la vuelta a llamar así.
—¡La llamo como yo quiera! —lo encaro.
—Nos íbamos a casar, lo sabías, ¿y así es como me pagas? —
—¿Alguna vez te hice una propuesta?—sus ojos me miran de la cabeza a los pies.
—Puedes hacer planes con mi hermana, madre, hasta con el mismo diablo si quieres, pero yo no me caso con alguien que se revolcó con medio reino. —me toma de la barbilla, obligando a que lo mire.
—Kira es… Mi única señora, y será la única a mi lado, punto.
Me suelta la cara con brutalidad para luego irse, ha herido mi orgullo y honor, y eso no se lo voy a permitir. Lo miro para decir algo, pero la marca en su cuello me deja en claro que ya ha pasado algo entre ellos.
Me acomodo el vestido, no voy a llorar, los demonios solo amamos una vez y ella me lo arrebató. Él está confundido, una vez haga desaparecer a esta perra todo será como antes.
ESTÁS LEYENDO
REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros)
Mystery / ThrillerNo todo es lo que parece en el epílogo: En un mundo gobernado por demonios, donde los humanos sobrevivían no por poder o riqueza, sino por el valor de su sangre, la oscuridad reinaba en cada rincón. Las almas se perdían con facilidad en un ciclo int...