Capítulo 1: Contigo aprendí

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Ha llegado el momento. Llevo un mesecito largo trabajando en esta idea, y ya no podía aguantarme más para sacarla a la luz. Me hace muchísima ilusión poder publicar algo largo y con capítulos sobre estas dos señoras que me han robado todos mis pensamientos de adulta funcional, y no es porque la escriba yo, pero esta historia tiene un algo que la hace mágica y especial para mí.
La idea surge del One Shot que publiqué hace unos meses que se titula "Las vidas que se irán", y si no lo habéis leído, os invito a pasaros por ahí, porque aunque cambian algunas cosas, hay puntos en común.No puedo prometer regularidad en las actualizaciones (por mucho que lo intente, no se me da nada bien), pero procuraré ser constante, tenedme paciencia.
Marta y Fina se quieren tanto tanto que se pasan toda su vida juntas, y un amor así, bien merece un buen homenaje, ¿no?
Espero que lo disfrutéis tanto como yo, y que después me lo contéis, que lo que más me gusta siempre es poder leer vuestros comentarios y vuestras ideas sobre lo que escrito.Y espero también que disfrutéis de la banda sonora, que ha sido una parte indispensable de la construcción de esta historia, y que está muy pensada y elaborada.

Gracias siempre a cecilia_lp por el sueño de portada que yo jamás sería capaz de hacer.

Y sin más, os dejo con el primer capítulo de "Canciones para Fina".

¡Nos leemos pronto!

DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen. Son todos obra y milagro de los guionistas de la serie. Yo sólo los tomo para pasarlos por mi imaginación y darles una pequeña vuelta.

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BANDA SONORA: Contigo aprendí - Armando Manzanero (1967)

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Contigo aprendí que existen nuevas y mejores emociones,

contigo aprendí a conocer un mundo nuevo de ilusiones.

Aprendí que la semana tiene más de siete días,

a hacer mayores mis contadas alegrías,

y a ser dichosa yo contigo lo aprendí.

Contigo aprendí a ver la luz del otro lado de la luna,

contigo aprendí que tu presencia no la cambio por ninguna.


Toledo, 3 de julio de 2005

Sus pasos azarosos resonaban sobre la grava del camposanto, arrancando a la arenilla gruñidos que bien parecían escándalo amenazador en medio del silencio de una tranquila y solitaria tarde de verano. Pocos en su sano juicio optarían por un día así para una visita a ese lugar. El calor sofocante y el intenso sol a esa hora persuadirían a cualquiera de aventurarse a semejante hazaña. Pero no a ella, que tenía una misión muy importante que cumplir. No había sido muy de romper promesas a lo largo de su vida, y no pensaba empezar a hacerlo ahora. Recordaba a la perfección el momento en el que, unos meses atrás, una noche cualquiera ante el noticiario del día, intuyendo lo que se vendría antes o después por los tintes que estaban tomando los acontecimientos, se lo había pedido, como quien suplica por un vaso de agua en medio del desierto. "¿Vendrás a contármelo cuando suceda?", le había dicho. "Por supuesto", respondió ella, tratando de forzar una sonrisa impostada sobre la tremenda angustia que le provocaban las implicaciones de esa petición.

Así que ahí estaba, sudorosa y sofocada, maldiciendo por no haber sido capaz de esperar a la primera hora del día siguiente, mucho más fresca y segura para alguien de su edad. Cualquier sanitario pondría el grito en el cielo si la viese atravesar sin pausa un sendero tras otro entre las tumbas, directa hacia una en particular, que ansiaba y al mismo tiempo temía encontrar, por el golpe de realidad que le suponía ver su nombre tallado en la piedra. Hubo un momento en el que se juró y le juró que jamás aparecería por allí, pero esa promesa sí que la había incumplido, casi inmediatamente después del entierro. De una forma que le resultaba incomprensible, ese sitio tan triste y desolado le había robado un pedazo de su corazón y comenzaba a sentirse un poco hogar.

Canciones para FinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora