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𝐴𝑠𝑡𝑟𝑖𝑑

21 ᴅᴇ ᴊᴜʟɪᴏ 2024

𝐴𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑖𝑏𝑎 𝑎 𝑚𝑜𝑟𝑖𝑟.

-¿Estás segura de esto? -pregunta mi cómplice de maldades, su voz era apenas un susurro.

𝑌 𝑛𝑜 𝑠𝑒𝑟𝑒 𝑦𝑜.

-Tú solo cubreme -le sonreí con diversión, la adrenalina estaba corriendo por mis venas.

-As... -comienza a protestar, pero la ignoró.

-Ahora vuelvo, solo asegúrate que nadie venga -le murmuro en voz baja.

-Pero... -insiste, pero ya estoy adentrándome al dormitorio de los chicos.

-No me voy a demorar -insistí. Mis manos con un movimiento rápido y preciso cortaron las primeras cuerdas de la guitarra que estaba posada en una de las camas.

Mi cómplice miró fuera de la puerta del dormitorio con nerviosismo, esperando a que la directora no se entere que nos hemos escapado de nuestros deberes.

-Todo por una venganza -me juzgo con la mirada, su expresión llena de reproche.

El estaba acabado.

Se iba a arrepentir...

-Vamonos... -pronuncia inquieta por irnos.

-¡Señorita Storm! -grito una mujer de cabello marrón, haciendo que salte del susto.

𝑜ℎ, 𝑜ℎ, 𝑜ℎ...

-¡Directora cinder! -digo intentando ocultar el alicate que sostenía, mi corazón estaba latiendo a mil por hora-. ¿Cómo está?, ¿Ha bajado de peso?, Se ve mucho más delgada.

-He subido 5 kilos. -responde la directora con voz seca.

...

-Eh... -tartamudeo.

Al parecer yo iba a morir.

-¿Que estaba haciendo señorita Storm? -pregunta con voz fría y autoritaria.

¿No sé cansa de llamarme por mi apellido?

-¿Yo?... Estaba dejando la ro... -comienzo a decir pero me interrumpe.

-¿Dejando la ropa limpia? -dice con una mueca de incredulidad-. Que yo sepa usted y la señorita Layra no tenía esos deberes.

-¡Buenos días directora Cinder!- exclamó mi persona menos favorita.

¿De todas las personas el tenía que aparecer?

-Buenos días, Kevin -dice la directora mientras mantenía su mirada fija en nosotras-. Ustedes dos vuelvan a sus deberes y si me llega una queja...

Kevin es el niño más idiota que he conocido, nos conocemos desde que justamente llegamos al orfanato el mismo día.

No recuerdo ni una sola vez un momento en que lo hayan regañado.

A el nunca le gritan.

A el nunca lo castigan.

A el nunca le dejan deberes.

A el nunca lo adoptan...

No se porque está aquí, pero lo que si se, es que es un idiota.

-¡Astrid Storm! -grita Kevin al ver lo que había hecho, transmitiendo furia en su rostro-. ¡Te voy a matar!

-Creo que es momento de irse -digo mientras comienzo a correr y con mi corazón latiendo rápidamente en mi pecho.

Creo que está vez me pase un poco.

El ritmo de nuestros corazones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora