Tú estás en el viento, yo estoy en el agua.
Hijo de nadie, hija de nadie.
Gritos desgarradores y llenos de desesperación resonaban en la estancia, puros en su necesidad y su temor. El infante sollozaba y clamaba al cielo, agitando sus pequeñas manos al aire en busca de algo a lo que aferrarse. Sus ojos permanecían firmemente cerrados, al igual que su corazón, aún ingenuo e inocente, que sin haber sido aún traicionado o decepcionado, buscaba a la primera alma que le ofreciera calor para entregarse por completo.
Chan se reconocía en esos lamentos. No en el niño, que sí era su hijo, sino en ese clamor angustioso. Durante toda su vida había gritado de esa manera en lo más profundo de su ser, aunque parecía que nadie lo oía. Sin embargo, el pequeño príncipe, ahora sostenido en los brazos de una criada del palacio, hacía vibrar los cristales de las ventanas y perturbaba las llamas del hogar. Y, lo que era más importante, lo conmovía profundamente a él. Tras años, algo más que la ira o el miedo tiraba del frágil hilo que unía su corazón y su mente. Aquel infante lo estaba llamando, él podía sentirlo. Parecía que el bebé clamaba al aire, al cielo, al fuego, pero en verdad, era a él a quien llamaba.
Lo que buscas no puedo dártelo.
Era la respuesta que resonaba en crueles ecos en lo más profundo de su ser. Quería acercarse, envolver al niño en sus brazos y prometerle que siempre estaría allí, que nunca tendría que conocer la soledad y el miedo que él había soportado. Pero no podía.
Chan no podía tocar a su hijo, no podía oler su fragancia ni hacer suyo ese vínculo, porque cada vez que lo miraba, veía a Felix. Veía la prueba viva de lo que había perdido por codiciar lo que nunca había sido digno de tener: amor.
Desde niño, había sentido horror de sí mismo. Había temido a la bestia que habitaba en su alma, una criatura insaciable que susurraba tragedias en su oído y manipulaba su corazón con promesas de poder y dominación. Esa bestia había sido su compañera constante, moldeando su destino con garras afiladas y dientes de sombra. Había destruido todo lo que alguna vez había querido, había manchado con oscuridad cada rincón de su vida, dejando sólo ecos de lo que podría haber sido.
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Youngblood ♡ chanlix
Fanfiction❝Solías llamarme «Cariño», ahora me llamas por mi nombre. ¿A quién estás llamando, amor? Nadie podría ocupar mi lugar. Cuando estés mirando a esos extraños, le ruego a Dios que veas mi rostro❞ Felix, el Omega del temido Rey Bang Chan, decide huir de...