4.¿cita?

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Mal no podía dormir, la ansiedad de la "cita" en el lago con Becca ocupaba todos sus pensamientos

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Mal no podía dormir, la ansiedad de la "cita" en el lago con Becca ocupaba todos sus pensamientos. Aunque trató de relajarse y cerrar los ojos, la inquietud la mantenía despierta. Finalmente, incapaz de soportar la incertidumbre, decidió preguntarle a Evie, quien estaba a punto de quedarse dormida.

—Evie, ¿sabes qué hora es? —preguntó, tratando de no sonar demasiado desesperada.

—Hay un reloj —susurró Evie, con la voz cargada de sueño.

—No sé leer el reloj.

Evie soltó un pequeño bufido, pero levantó la cabeza de su almohada para observar el reloj en la pared.

—11:40.

—¿11:40? —Mal repitió, sintiendo una mezcla de pánico, ya era tarde.

—Sí, ahora acuéstate a dormir.

Pero Mal no podía dormir. Abrió los ojos de par en par y se puso una chaqueta. Se movió con cuidado para no despertar a Evie y salió de la habitación en silencio. El pasillo estaba vacío y en penumbra, lo que le permitió moverse sin ser vista.

El aire nocturno estaba fresco cuando salió del edificio haciendola titilar y se dirigió hacia el bosque. Los sonidos de la noche la rodeaban: el susurro del viento entre los árboles, el canto lejano de un búho, el crujido de las hojas bajo sus pies. A medida que se adentraba en el bosque, la expectación crecía en su pecho.

Finalmente llegó al lago, un lugar hermoso y mágico, donde la luna se reflejaba en el agua creando una atmósfera casi irreal. La superficie del lago estaba tranquila, apenas perturbada por el leve movimiento del agua. La luz plateada de la luna iluminaba el entorno, haciendo que todo pareciera sacado de un cuento de hadas. Los árboles alrededor del lago formaban un refugio natural, sus ramas colgando sobre el agua como si quisieran proteger ese lugar secreto.

Desde lejos, Mal vio a Becca. La pelirroja estaba sumergida en el lago, su piel brillando bajo la luz de la luna. Parecía una sirena, una criatura mágica salida de una leyenda antigua. La escena era hipnotizante, y Mal se encontró incapaz de apartar la vista.

<¿Qué Karma estaré pagando?> Mal se hablo asi misma, sus ojos brillando de ese color tan característico.

Becca, con su aire de superioridad natural, la observó con una sonrisa que reflejaba una mezcla de arrogancia y diversión.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Becca, su voz rompiendo el hechizo del momento. Su tono era egocéntrico, sabiendo perfectamente el efecto que causaba.

<Claro que me gusta>

—No estaba espiando —se defendió Mal rápidamente, aunque sabía que era cierto.

—Nunca dije algo sobre eso, Mal Igna. —dijo Becca con una risa suave. Salió del agua, completamente desnuda, y caminó hacia Mal sin ningún pudor. Cada paso que daba parecía cargado de intención, y sus ojos azules no dejaban de mirarla fijamente.

Mal no pudo evitar bajar su mirada, su cuerpo esculpido, su cintura perfecta y la confianza con la que se movía. Sentía que sus mejillas se encendían y trató de desviar la mirada, pero no pudo.

—Llegaste tarde —dijo Becca, divertida, deteniéndose a pocos pasos de ella.

—No encontraba el lugar —se excusó Mal, su voz un poco temblorosa.

—Claro —dijo Becca, con una sonrisa que no ocultaba su diversión. Sus ojos azules la analizaban, como si pudiera ver a través de ella—. Espero que no se te vuelva a hacer costumbre.

—¿Así que volverás a invitarme?— Mal intento hablar con el mismo tono que Becca pero al parecer no causaba el mismo efecto en ella o por lo menos no se veía de la misma forma que Mal, sonrojada y demasiado nerviosa para llevar las riendas de aquella conversación.

—¿Quieres que lo haga?— Su mano se movió hacia la cremallera de la chaqueta de la villana, bajándola lentamente, Mal no se negó ante este movimiento. Mal asintió, sintiéndose torpe y nerviosa bajo la mirada de Becca. La noche era silenciosa, y solo el sonido suave del agua agitándose rompía la quietud.

Becca se acercó un poco más, su cuerpo aún húmedo y reluciente. La proximidad hizo que el corazón de Mal latiera con fuerza.

—¿Sabes por qué te pedí que vinieras? —preguntó Becca, su voz suave pero llena de misterio.

—No estoy segura —admitió Mal, aunque su corazón quería muchas cosas.

Becca la observó con una mirada intensa, sus ojos azules reflejando la luz de la luna. Había algo en su presencia que hacía que Mal se sintiera viva de una manera que no había experimentado antes. La atracción que sentía por ella era innegable, y en ese momento, nada más importaba.

—Porque hay algo en ti que me intriga —susurró—. Algo que quiero descubrir.

Mal sintió un escalofrío recorrer su espalda. La cercanía de Becca, la intensidad de su mirada, Becca bajo su mano hacia el botón del pantalón de Mal pero no realizó ningún otro movimiento.

—¿Qué es lo que quieres descubrir? —preguntó Mal, su voz apenas un susurro.

Becca sonrió, una sonrisa llena de promesas no dichas.

—Todo.

La palabra quedó suspendida en el aire entre ellas, cargada de significado. Mal sintió que su corazón latía con fuerza. Pero antes de que pudiera decir algo más, Becca continuó:

—Sé por qué estás aquí, Mal.

Mal la miró, confundida.

—¿A qué te refieres? —preguntó con cautela.

—Conozco tu plan —dijo Becca, su voz baja y llena de certeza—. Vas a robar la varita del Hada Madrina.

El corazón de Mal dio un vuelco. ¿Cómo lo sabía?

—No sé de qué hablas —intentó negarlo, pero la inseguridad se filtró en su voz.

—Oh, por favor —Becca rió suavemente, sus ojos brillando de un rojo intenso por un momento—. No intentes engañarme. No soy tan tonta para caer en tus encantos como BeniBoo. — Su mano cambió de posición rápidamente, colocándola en el hombro de Mal, dándole la vuelta con una habilidad sorprendente.

Mal se quedó callada, sintiendo que no tenía sentido seguir negándolo.

—¿Qué vas a hacer? ¿Delatarme? —preguntó, tratando de sonar desafiante, pero sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Que me darás si no lo hago? —hizo una pausa, —. No soy una simple princesita, Mal Igna.

Becca se acerco más a la espalda de la villana, chocando su pecho con ella, acerco sus labios a su oido y solto un suspiro. —¿Estás nerviosa?

<Quién no lo estaria> Mal respiro profundamente.

—Estas muy equivocada, Darkmore.— Mal intercambio roles, ahora su pecho chocaba con la espalda de la princesa. —Yo tampoco soy una simple villana y no seré tu juguete.

—¿Entonces lo que digo no es cierto? —dijo Becca, su voz volviéndose más coqueta. —Puedo sentir tu respiración, Mal.

—Averígualo tu misma, princesa.




















Continuará...

INCAPAZ DE AMARTE -DESCENDIENTES-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora