10. ❰ JUN ❱

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Su estado era tan lúgubre que parecía haberse sumergido en una niebla oscura y pesada. Como nunca antes lo había experimentado, el tictac del reloj en su mente se ralentizó, y junto a ello, los movimientos y sonidos a su alrededor también se volvieron más lentos y distorsionados. No tuvo la estabilidad para continuar con su jornada y decidió abandonar el hospital, un acto impulsivo que le costaría un acta administrativa, pero podía lidiar con eso después. Dentro de su corazón, sentía como en cada latido se agrietaba y poco a poco se desprendía, como si estuviera perdiendo pedazos de sí mismo.

Nadie creería que a esta persona, que parecía tan fuerte y segura, acababan de pedirle el divorcio. Ni siquiera era consciente de cómo había llegado a casa, con los pies y piernas sintiéndose tan pesados que parecían arrastrarse por el suelo. Subió las escaleras hasta la habitación principal, que aún estaba llena de su aroma natural, mezclado con apenas rastros de su colonia. El olor era un recordatorio doloroso de lo que había perdido.

Su pecho dolía tanto que le parecía asfixiante, como si un peso enorme estuviera presionando sobre él. Siente que todo a su alrededor se distorsiona y de pronto... ríe. ¿Por qué ríe? Oh, lo sabe. Ríe porque cree incapaz a ese hombre de abandonarlo. Ese hombre que lo ha amado con devoción, casi llegando a la locura. No creyó que llegaría tan lejos con tal de verlo doblegarse. ¿El divorcio? Pff, ¡qué tontería! Incluso si lo dijo con un rostro serio y con voz profunda y firme. No puede creer tal fachada.

Mientras sigue riendo, se acerca al mueble de noche y abre el cajón, revelando un álbum de fotos que contenía momentos felices de su relación. Las imágenes lo transportan a un pasado donde todo parecía perfecto. Ve fotos de su boda, de sus vacaciones, de sus momentos íntimos. Cada imagen le recuerda la devoción que su marido le profesaba.

Siguiendo aferrado a su creencia, piensa que su marido vendrá arrastrándose, pidiendo perdón y rogando por una segunda oportunidad. Se imagina a sí mismo resistiéndose al principio, haciéndole pagar por el dolor que le ha causado. Se ve a sí mismo diciendo frases como "¿Cómo pudiste no confiar en mi criterio?" o "¿Cómo pudiste abandonarme así?". Se siente poderoso, creyendo que tiene el control de la situación.

Pero mientras sigue mirando las fotos, una imagen en particular llama su atención. Es una foto de los dos, abrazados y sonriendo. Su marido lo mira con una expresión de amor y adoración que le hace dudar por un momento. ¿Y si no era solo una fachada? ¿Y si su marido realmente había cambiado de opinión?

Niega la idea de inmediato. No, no puede ser. Su marido vendrá a pedir perdón, y él estará listo para hacerle pagar. Sigue aferrado a su creencia, sin darse cuenta de que la realidad puede ser muy diferente. Mientras sigue mirando la foto, su mente comienza a divagar. Recuerda los momentos en que su marido le decía que lo amaba, que no podía vivir sin él. Recuerda las noches en que se abrazaban y se besaban apasionadamente. Y sin embargo, ahora... ahora su marido quiere dejarlo.

Siente una mezcla de emociones: dolor, rabia, confusión. No entiende por qué Max amenaza con algo así. Prometieron nunca usar esas palabras como un arma.

De repente, escucha un ruido en la puerta. Se levanta de un salto, esperando ver a su marido parado en el umbral, con una expresión de arrepentimiento en su rostro. Pero no es él. Es solo el viento que ha abierto la puerta del balcón.

Se siente estúpido por haberse ilusionado. Se da cuenta de que su marido no vendrá a pedir perdón, al menos no todavía. Esa realidad comienza a golpearlo con fuerza. Se siente solo, abandonado y confundido. No sabe qué hacer o qué pensar. Solo sabe que su corazón duele y pero no puede llorar.

De repente, suena la puerta de la habitación y ahora es su hijo Earth quien entra con una expresión de cansancio en su rostro.

― Hola, papá, has vuelto temprano ―dice Earth con una voz débil.

╰┈ 𝐒𝐀𝐅𝐄𝐖𝐎𝐑𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora