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Por un instante, Jongdae sintió que volaba... y luego impactó contra el suelo.

El impulso lo hizo rodar hacia un costado y él hizo lo posible por proteger su rostro. Cuando su cuerpo se detuvo, Jongdae abrió sus ojos y observó el cielo. Era una mañana soleada, el cielo estaba despejado, apenas se veían un par de nubes. Tomó una profunda respiración y gruñó al ser consciente del dolor que se extendía por todo su mallugado cuerpo.

El rostro de Nueve cubrió su campo de visión. Su cabello húmedo estaba enmarañado y le cubría parte del rostro, parecía preocupado.

—¿Estás bien?

—Sí —Jongdae murmuró mirando dentro de sus grandes ojos.

Nueve le ofreció una mano y lo ayudó a ponerse de pie.

—De acuerdo, ahora debemos darnos prisa.

Jongdae no se movió. Observó el tren que continuaba alejándose en reversa de regreso a la estación y luego la vegetación que se extendía frente a ellos.

—Vamos —Nueve apremió. Lo tomó de un brazo y lo obligó a andar hacia los árboles.

Atravesaron un camino desigual a través de un tramo de bosque y en algunos minutos se encontraron al borde de una carretera. Caminaron junto a ella y se detuvieron en una estación de autobús solitaria ubicada en medio de la nada.

Jongdae le dio un vistazo a su captor o salvador y notó un par de rasguños en su mejilla.

—No te preocupes por mí, deberías verte en un espejo —Nueve comentó con un toque de diversión.

Jongdae frunció el ceño pensando en su aspecto por primera vez, debía estar hecho un desastre. Su equipo siempre se había encargado de hacerlo lucir impecable en todo momento, si Baekhyun, su estilista, pudiera verlo seguro se escandalizaría y lo regañaría por al menos media hora. Aunque la verdad era un alivio no tenerlo rondando alrededor como una mosca todo el tiempo.

Observó sus brazos y notó que la chaqueta estaba llena de tierra y hojas. Empezó a sacudirse, pero dejó de hacerlo cuando se lo pensó mejor. No tenía sentido preocuparse por su aspecto en ese momento. Acababan de intentar asesinarlo y luego había saltado de un tren en movimiento. Se cruzó de brazos y soltó un suspiro.

De pronto, Nueve alzó una mano y la acercó a su rostro. Jongdae retrocedió de inmediato alejándose de él instintivamente. Nueve alzó sus cejas, al parecer sorprendido por su reacción, y le tomó un brazo con fuerza para retenerlo, con su otra mano le quitó algo del flequillo y se lo mostró. Era una hoja seca.

Jongdae se soltó de su agarre y giró su rostro. Lo escuchó soltar un impaciente suspiro, pero ninguno dijo nada más y continuaron esperando.

Jongdae cambió el peso de una pierna a otra y después de hacerlo por tercera vez notó que Nueve no se había movido de su rígida posición. Había visto esa misma postura durante algunas ocasiones en las que se había reunido con miembros de la policía o de la milicia y por primera vez se preguntó quién sería ese hombre sin nombre que decía estar protegiéndolo. Quien fuera, se trataba de alguien con un entrenamiento militar especial, dudaba que un soldado raso tuviera capacidades tan letales como las suyas.

—¿Fuerzas especiales? —murmuró y lo miró de reojo.

Nueve frunció el ceño y le dio una mirada, por un instante un gesto de asombro cruzó por su rostro. Relajó su postura, echando el peso de su cuerpo hacia la izquierda y Jongdae estuvo casi seguro de haber acertado, aunque no obtuvo una confirmación verbal.

El autobús no tardó mucho más en aparecer, pero solo avanzaron en él unas cuantas estaciones antes de bajar para tomar otro en el que anduvieron por un par de horas más y luego un taxi que los dejó en medio de una pequeña ciudad ya entrada la tarde.

PRESIDENTE [Xiuchen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora