La Historia del Héroe de Acero Oxidado

Infierno

Al principio y al final, solo le aguarda el infierno.

Un joven caminaba entre la destrucción, ajeno a todo a su alrededor.

—Lo siento...

Lágrimas brotaban de sus ojos por las vidas que clamaban su ayuda, pero él solo quería vivir.

—Lo siento...

Cayó al suelo, abrasado por el calor del fuego que lo devoraba todo. A pesar del dolor, se levantó nuevamente.

—Por favor...

Que alguien termine con este infierno.

Un joven adolescente cayó de rodillas, su cuerpo cubierto de heridas, mientras la sangre manchaba gran parte de su piel y ropa.

Con esfuerzo, alzó la vista, encontrándose con lo que, literalmente, era su última esperanza. Extendió la mano temblorosa y una hoja multicolor descendió lentamente hasta posarse en su palma.

Jaune Arc aceptó el contrato.

XxX

Aún no era suficiente.

Necesitaba más; todavía no podía proteger a nadie.

Jaune no entendía qué había ocurrido ni qué estaba por suceder. Necesitaba respuestas para poder tomar una decisión...

Observó las dos reliquias en sus manos:

La elección

Y

El conocimiento.

Ambas eran claves para acabar con todo, pero debía saber cómo usarlas.

Con determinación, apretó las reliquias, sintiendo cómo se fragmentaban bajo su puño. Siguió apretando con más fuerza hasta que ambas explotaron en humo azul.

La elección sobre el futuro y el conocimiento sobre el pasado.

Jaune sabía lo que debía hacer. Para sellar un nuevo contrato, algo suyo debía ser sacrificado. Esta vez, sus ojos serían los catalizadores.

Sin embargo, lágrimas de sangre comenzaron a correr por su rostro.

"Lo siento, Ruby..."

Murmuró con dolor, mientras las lágrimas caían sobre el cuerpo inerte de una Rosa, cuya piel ya estaba demasiado fría.

Tomando su capa roja se la puso alrededor de su cuello.

Con un último suspiro, dejó el cuerpo de la chica y tomó la reliquia de la destrucción.

Sus ojos brillaron intensamente, uno azul, el otro rojo.

El pasado, el presente y el futuro...

Todo estaba a su vista.

XxX

Salem nunca fue realmente poderosa en términos de fuerza física o mágica. Su verdadera ventaja era su inmortalidad conceptual, un anclaje que la hacía imposible de destruir. Ese era el obstáculo.

Jaune lo sabía, necesitaba algo más que simple poder. Necesitaba un arma capaz de hacer lo imposible: eliminar conceptos mismos, borrar la inmortalidad. No era solo un reto físico; era una lucha contra las mismas reglas que regían el mundo.

El árbol de los comienzos, ese antiguo ser que conectaba el ciclo de la vida y la muerte, le había brindado conocimiento, revelándole lo que necesitaba. Pero el saber, por sí solo, no era suficiente. Los materiales para crear esa arma eran igual de esenciales.