38 Adiós, extraño

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∘◦༺ L O H A N E ༻◦

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Salgo de la ducha y me envuelvo en una toalla de algodón. El vapor se disipa lentamente, dejando un rastro de humedad en el aire que refresca mi piel. Cruzo la habitación con lentitud, disfrutando del silencio absoluto de cuando estoy sola en mi hogar. Mis papás salieron a comprar víveres y mi hermano no llegará hasta dentro de unos días, como suponías, él también se mudó de casa. Al terminar de vestirme con ropa cómoda, me dirijo al escritorio donde me espera mi laptop ya encendida. Me acomodo en la silla y poso mis dedos en las teclas, quedándome quieta por un momento. Noto un leve rastro de ansiedad recorriendo mi cuerpo, una sensación de expectación que me es familiar. Es como si me fuera a descomponer, pero ya me he acostumbrado a vivir con este mal augurio que rara vez se presenta.

Le doy play a la siguiente canción que está en la lista de mi playlist. Suena To all of you de Syd Matters.

Empiezo a escribir, dejando que las palabras fluyan a través de mí, intentando canalizar con aquello que estuve guardándome para este momento.

—Me encanta esa canción —dice Edmond a mis espaldas.

Giro en la silla lentamente, y al verlo sentado en mi cama, una oleada de amor me inunda en el pecho. Llevo muchísimo tiempo sin verlo así, siendo tan real como cualquier otro de mis amigos. Se ve distinto. No parece afectado por las consecuencias del cáncer. Su cabello ha crecido y su piel, antes grisácea y enferma, resplandece con un color saludable, casi dorado bajo la luz suave que se filtra por la ventana.

Me quedo mirándolo, memorizando cada detalle de su rostro, cada línea y curva que componen esa expresión que tanto he añorado.

Él sigue estancado en su propio y ficticio presente, sin saber a dónde ir.

—Te extrañé tanto —murmuro, temiendo que él pudiese desaparecer al alzar mi voz.

Sus labios se ensanchan y se extienden por su rostro, mostrándome una sonrisa enorme y sincera. No responde con palabras, sabe que no son necesarias. Su presencia, su esencia misma, es la respuesta que busco, el consuelo que necesito para poder continuar.

La tristeza se cierne sobre mí, consciente de que este es el momento en que debo de despedirme de él. Tengo que dejar atrás toda la historia que hemos compartido, el universo que construí para él, su voz, su apariencia, todo lo que implica ser Edmond. Siento una punzada de dolor en el pecho, un eco de la pérdida que estoy a punto de enfrentar.

Él se da cuenta de cómo lo miro. Sus cejas se fruncen ligeramente en una expresión de confusión.

—¿Qué es lo que pasa, Loha? —pregunta. Su voz es suave, pero está teñida de preocupación.

Tomo una respiración profunda, preparándome para las palabras que necesito decirle.

—Edmond —empiezo, sin poder disimular el nudo que llevo en la garganta desde el instante en el que desperté—, tengo que soltarte. Es el momento de hacerlo.

Adiós, extraño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora