Los fetiches, si bien se sabía, eran un tema normal dentro del mundo del sexo.
Cualquier persona, sin importar su posición social, económica, laboral o política podía tener gustos extremos hacia ciertas prácticas u objetos: juguetes sexuales, pies, cosplays, etc.
Algunas consideradas asquerosas por una parte de la sociedad, otras completamente normales y el resto, la minoría, consideradas lo suficientemente morbosas para ser adictivas. Todos estos factores dependían de qué tan enferma pudiera estar alguien de la cabeza o, mejor dicho, qué tan asquerosa era dicha persona.
Sin embargo, nada era suficiente para ser juzgado.
Las personas, sin importar raza, tamaño o edad, tiene derecho para gustar de distintas cosas. El simple existir de los gustos es lo que nos diferencian como personas y, en algún momento de nuestra vida, nos pudo llegar a gustar algo que muchos consideraban anormal, pero que para otros podría ser lo más delicioso del mundo, ¿no?
Bueno, ese es el caso de Park Sunghoon.
Un hombre de veinticinco años, con un trabajo estable, una bella esposa, afortunadamente sin hijos y una vida envidiable. Un hombre muy educado, de porte elegante y atractivo, con un físico de dios griego y un rostro que parecía tallado por Dios mismo. Un hombre bendecido, afortunado y trabajador, que no podía quejarse de lo que tiene, a sabiendas que no le falta nada.
No obstante, así como era un ser de luz y bastante hermoso, Sunghoon tenía su lado oscuro:
Era un fetichista de primera.
Habían prácticas asquerosas que le encendían en sobremanera y tenía la fortuna de decir que, la gran mayoría de estas prácticas, las había cumplido y todas con su esposa.
BDSM, juegos de poder, juguetes sexuales, fisting, creampie, lluvia dorada, kamasutra, facesit, throatfuck, ruined orgasm, ageplay, lugares públicos, tríos, doble penetración, práctica rusa, femdom y... bueno, un montón de fetiches más.
El saber que había cumplido la mayoría de sus deseos y todos con su esposa, al ser una pareja de mente muy abierta, le sentaba demasiado bien. Se sentía muy feliz al saber que tenía a alguien igual de loco y fetichista con él al lado y que, afortunadamente, siempre estaba abierta a probar algo nuevo, siendo el sexo uno de los puntos más importantes de su relación. Sunghoon había encontrado a su persona correcta, a la cual le podía confiar su vida entera y, de ser posible, se la daría para ella solita. Era el hombre más bendecido que pudiera estar pisando el planeta tierra.
No obstante, había un problema.
Tenía un fetiche. Un sólo fetiche que le carcome la mente y el alma y que, desafortunadamente, aún no había podido cumplir. Era el más grande entre su corta lista de deseos por cumplir y, por si fuera poco, era la práctica que había querido llevar a cabo con todas las fuerzas que tenía en su cuerpo, desde que era un adolescente de dieciséis años:
El sexo anal.
El sexo anal era, probablemente, la más frecuente razón del porqué pasaba noches sin dormir. Era un fetiche, una práctica que estaba clavada en su pecho como una espina y que, cada que recordaba que aún no se había cumplido tal hazaña, le jodía la vida. Era un martirio para alguien como él.
Su esposa no quería prácticar el sexo anal con él. Según ella, era una práctica que no estaba dentro de su lista y, por ende, no lo iba a hacer solamente para complacer a su pareja. Ella, asegura, que para que pudiera hacer el sexo anal con Sunghoon, este debía reencarnar en su perro. Y era así como Sunghoon, desafortunadamente, tenía la certeza que no iba a cumplir su fetiche, por lo menos, en un largo tiempo.
Sunghoon no quería pensarlo, siquiera. Era bastante descolocante para él saber que su esposa prefería morir antes que dejar que su pene le penetre el culo. Sunghoon no lo comprendía, de todos modos. Ella nunca estuvo cerrada a la idea de usar juguetes en el ano. De hecho, ella parecía disfrutar demasiado con un dildo, un vibrador o un plug en su culo. Ella siempre estuvo a favor de la idea de usar estos sin ningún remordimiento e, incluso, mientras Sunghoon se encargaba de follarla por la vagina.
Sunghoon no lo entendía, ¿qué diferencia existía entre un dildo y su pene? No debería haber ninguna. E incluso, ¿por qué estaba de acuerdo con la idea del fisting, donde Sunghoon introducía toda su mano y parte de su muñeca en su vagina y no estaba de acuerdo con tener sexo anal? Él, simplemente, estaba confundido. No conocía las razones exactas de su esposa, pero estaba seguro que había una, al menos.
ㅡHyunMin... ¿podría, al menos, decirme por qué estás tan cerrada a la idea? ㅡ
Y era hasta este día y Sunghoon seguía luchando con HyunMin y sus nulas ganas de tener sexo anal. Él, al menos, esperaba tener una respuesta coherente por parte de su mujer. Era lo mínimo que esperaba.
Él, entonces así, cedería con el tema y no lo volvería a tocarlo nunca más, si era posible.
ㅡSunghoon, ya te dije que no me interesa y no lo voy a hacer. ㅡ
ㅡ¡Yo lo entiendo y te respeto! Créeme. Es sólo que... ¿por qué no? ㅡ
ㅡMe parece una práctica innecesaria y tediosa. Limpiarse el ano es muy complicado, Sunghoon. ㅡ
HyunMin rió. Sunghoon sólo hizo una mueca.
ㅡSi es eso, yo podría ayudarte. ㅡ
La mujer negó, levantándose del sofá.
ㅡEs que... no lo entiendo. Nuestro psicólogo dijo que era una práctica muy sana mientras tomáramos las medidas necesarias. ㅡ
Ese era otro punto: ellos tenían un psicólogo sexual.
La idea tener una terapeuta sexual surgió de un amigo de HyunMin, el cual tenía una pareja y juntos visitaban un psicólogo, en Gangnam, que les ayudaba con sus prácticas o su vida sexual.
Sunghoon al inicio no estuvo de acuerdo, pero luego de tanta insistencia por parte de HyunMin, él aceptó y finalmente conocieron al que, desde ese momento, sería su doctor. Era un hombre bastante carismático y dulce, de veinticuatro años, que tenía una amplia experiencia en parejas como ellos: fetichistas. Sunghoon eso lo encontró conveniente y al final, terminó convencido de que un psicólogo sexual era muy importante en su vida siendo esposos activos en el sexo.
Sunghoon, en una de sus tantas sesiones, le comentó acerca del sexo anal. HyunMin entró a la defensiva en cuanto al tema, no obstante, su psicólogo mantuvo la compostura mientras escuchaba a la mujer regañar a su pareja. Cuando ella terminó, entonces el psicólogo comenzó a charlar y hacerles saber que, el anal, era una práctica común y bastante normal entre parejas. Aseguró que él había recomendado practicarlo a más parejas, más que todo para reforzar la confianza y cosas así.
Sunghoon estuvo de acuerdo con su doctor, no obstante, eso parecía ser suficiente para que su esposa estuviera en discordia con él por una semana, hasta que finalmente Sunghoon le dijo que no tendría sexo anal.
Y, es hasta este día, y Sunghoon seguía pensando que esa promesa era una de las pocas que no podría cumplir.
Al menos, no por más tiempo.
ㅡEn realidad, tampoco me interesa. El anal me parece asqueroso y poco práctico. A las personas que les gusta esa practica han de ser unas enfermas mentales. Quien da y quien recibe. ㅡcontestó de forma burlesca, HyunMin.
ㅡOye. ㅡreprendió Sunghoon.
ㅡLo lamento mucho, Sunghoon. No tendrás sexo anal conmigo. Si quieres tenerlo, ve y consíguete una puta y llena tu pene de mierda. Yo no lo haré. ㅡ
Era una broma.
Claramente era una broma.
Sunghoon lo comprendió cuando miró a su mujer dar la vuelta, mientras reía fuertemente, y le agitaba la mano a lo lejos.
Sunghoon suspiró.
No debió haber pensado mucho en esa broma.
"Ve y consíguete una puta".
Sunghoon negó.
Increíble.
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❐│𝗮𝗻𝗮𝗹🔞
Fanfiction╰► 𝘀𝘂𝗻𝘀𝘂𝗻 ˊ- Sunghoon estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para cumplir su más grande fetiche: el sexo anal. ᰔᩚ.ᐟ ↬𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝗻𝗶𝗱𝗼 𝗵𝗼𝗺𝗼𝘀𝗲𝘅𝘂𝗮𝗹. ↬𝗲𝗻𝗵𝘆𝗽𝗲𝗻. ↬𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝗻𝗶𝗱𝗼 𝗲𝘅𝗽𝗹𝗶𝗰𝗶𝘁𝗼 || 𝗳𝗶𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻 || 𝗹𝗲𝗻�...