En la escuela de arbitristas políticos pasé mal rato. Los profesores parecían, a mi juicio,
haber perdido el suyo; era una escena que me pone triste siempre que la recuerdo. Aquellas
pobres gentes presentaban planes para persuadir a los monarcas de que escogieran los
favoritos en razón de su sabiduría, capacidad y virtud; enseñaran a los ministros a consultar
el bien común; recompensaran el mérito, las grandes aptitudes y los servicios eminentes;
instruyeran a los príncipes en el conocimiento de que su verdadero interés es aquel que se
asienta sobre los mismos cimientos que el de su pueblo; escogieran para los empleos a las
personas capacitadas para desempeñarlos; con otras extrañas imposibles quimeras que
nunca pasaron por cabeza humana, y confirmaron mi vieja observación de que no hay cosa
tan irracional y extravagante que no haya sido sostenida como verdad alguna vez por un
filósofo.
Pero, no obstante, he de hacer a aquella parte de la Academia la justicia de reconocer
que no todos eran tan visionarios. Había un ingeniosísimo doctor que parecía perfectamente
versado en la naturaleza y el arte del gobierno. Este ilustre personaje había dedicado sus
estudios con gran provecho a descubrir remedios eficaces para todas las enfermedades y
corrupciones a que están sujetas las varias índoles de administración pública por los vicios
y flaquezas de quienes gobiernan, así como por las licencias de quienes deben obedecer.
Por ejemplo: puesto que todos los escritores y pensadores han convenido en que hay una
estrecha y universal semejanza entre el cuerpo natural y el político, nada puede haber más
evidente que la necesidad de preservar la salud de ambos y curar sus enfermedades con las
mismas recetas. Es sabido que los senados y grandes consejos se ven con frecuencia
molestados por humores redundantes, hirvientes y viciados; por numerosas enfermedades
de la cabeza y más del corazón; por fuertes convulsiones y por graves contracciones de los
Jonathan Swift: Viajes de Gulliver
El Autor de la Semana - © 1996-2000 Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Chile
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nervios y tendones de ambas manos, pero especialmente de la derecha; por hipocondrías,
flatos, vértigos y delirios; por tumores escrofulosos llenos de fétida materia purulenta; por
inmundos eructos espumosos, por hambre canina, por indigestiones y por muchas otras
dolencias que no hay para qué nombrar. En su consecuencia, proponía este doctor que al
reunirse un senado asistieran determinados médicos a las sesiones de los tres primeros días,
y al terminarse el debate diario tomaran el pulso a todos los senadores. Después de maduras
consideraciones y consultas sobre la naturaleza de las diversas enfermedades debían volver
al cuarto día al senado, acompañados de sus boticarios, provistos de los apropiados
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Los viajes de Gulliver por Jonathan Swift
ClassicsLos viajes de Gulliver o Gulliver's Travels es una novela de Jonathan Swift, publicada en 1726.