Capítulo 7

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El gran cariño del autor hacia su país natal. -Observaciones de su amo sobre la

constitución y administración de Inglaterra, según los pinta el autor, en casos

paralelos y comparaciones. -Observaciones de su amo sobre la naturaleza

humana.


Quizá el lector está a punto de maravillarse de cómo podía yo decidirme a hacer una tan

franca pintura de mi propia especie entre una raza de mortales ya demasiado puesta a

concebir la más baja opinión del género humano, dada la completa identidad entre sus

yahoos y yo. Pero debo confesar sinceramente que las muchas virtudes de aquellos

excelentes cuadrúpedos, puestas en parangón con las corrupciones humanas, de tal manera

me habían abierto los ojos y avivado el entendimiento, que comenzaba a considerar las

acciones y las pasiones del hombre con criterio muy distinto y a creer que el honor de mi

raza no merece la pena de que se discurran arbitrios en su apoyo; lo que, además no me

hubiera servido de nada ante personas de tan agudo entendimiento como mi amo, que a

diario me llamaba la atención sobre mil faltas mías de que yo jamás me había dado la

menor cuenta, y que entre nosotros nunca se hubiesen considerado en el número de las

flaquezas humanas. Asimismo había aprendido en su ejemplo la enemiga más absoluta a la

mentira y el disimulo; y la verdad me parecía tan digna de ser amada, que resolví

sacrificarlo todo a ella.

Voy a tener con el lector la ingenuidad de confesar que aún había un motivo mucho más

poderoso para la franqueza que puse en mi descripción de las cosas. Todavía no llevaba un

año en aquel país, y ya había concebido tal amor y veneración por los habitantes, que tomé

la resolución firme de no volver jamás a sumarme a la especie humana y de pasar el resto

de mi vida entre aquellos admirables houyhnhnms, en la contemplación y la práctica de

todas las virtudes, donde no se me ofreciera ejemplo ni excitación para el vicio. Pero había

previsto la fortuna, mi constante enemiga, que no fuera para mí tan gran felicidad. Sin

embargo, me sirve ahora de consuelo pensar que en lo que dije de mis compatriotas atenué

sus faltas todo lo que me atreví ante examinador tan riguroso, y di a todos los asuntos el

giro más favorable que permitían. Porque ¿habrá en el mundo quien no se deje llevar de la

parcialidad y la inclinación por el sitio de su nacimiento?

He referido la esencia de las varias conversaciones que tuve con mi amo durante la

mayor parte del tiempo que me cupo el honor de estar a su servicio; pero, en gracia a la

brevedad, he omitido mucho más de lo que he consignado. Cuando ya hube contestado a

todas sus preguntas y su curiosidad parecía totalmente satisfecha, mandó a buscarme una

mañana temprano, y, mandándome sentar a cierta distancia -honor que nunca hasta allí me

Los viajes de Gulliver por Jonathan SwiftDonde viven las historias. Descúbrelo ahora