Cinco

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Hoy es el día de mi onomástico numero diecinueve.

El salón está decorado con blasones de la casa Targaryen, enormes mesas llenas de comida deliciosa, muchas jarras de vino y como no, flores para celebrar la primavera.

Flores de muchos colores y especies que desprender una fragancia agradable que apaga el olor desagradable del aliento a vino.

Veo a Amelia cargando en brazos a la pequeña Jaehaera, ambas llevan coronas de flores en la cabeza mientras juegan. Helaena sonríe al ver a su pequeña jugando y riendo.

No puedo creer que ahora sea mi prometida y todo esté centrado en la realización de nuestra boda. 

Mi mirada se dirige a sus labios, esos que en la cena me besaron por la emoción del momento. No exagero cuando digo que sentí mariposas... y cosquillas allí abajo.

Saber que será mi esposa un día me llena de emoción, no hay nadie mejor que ella para ser mi compañera. Ella me conoce mejor que nadie y no quisiera pasar el resto de mi vida con otra persona que no sea Amelia.

Aliso mi jubón, acomodo los botones y deslizo los dedos por los decorados.

Rozo con los dedos la daga nueva que ahora descansa en mi cintura. Es preciosa y creo que va muy bien conmigo. Es de plata, muy bien trabajada y filosa (el pequeño corte en mi dedo solo porque quería probar, lo confirma) y tiene un rubí incrustado en el mango que reluce con las luces.

Tenia las iniciales 'A.T.' en la pequeña dedicación que acompañaba al regalo. Yo no me lo regalé a mi mismo así que solo hay otra opción.

Las personas siguen acercándose y dando sus felicitaciones. Todas las personas de la corte y allegados disfrutan de una gran oportunidad para dejar de lado sus obligaciones. Supongo que lo hacen, seguro que hay quienes siguen maquinando sobre sus asuntos y conspiraciones.

Una parte de mi se siente algo celosa de que Amelia no esté más conmigo y se que dijo que quería estar a mi lado, pero como dama de la princesa debe quedarse con ella y los niños en caso de necesitar algo y ya de por si Alicent le pidió que se mantuviera cerca.

Iría con ella, pero a cada rato alguien se me acerca y mantener una conversación larga con Amelia sería imposible y tampoco quiero abrumarla y hacerla estar incomoda con tantas personas yendo y viniendo.

Agradezco la amabilidad de estas personas y de como se sienten tan confiadas de acercarse a mi a hablarme con tanta naturalidad. En un día normal todos mantienen su distancia respecto a su posición conmigo, pero hoy parece que nada de eso existe y el titulo de príncipe es un mero apodo.

Solo les falta revolverme el pelo y palmear mi hombro mientras ríen y beben vino.

Simplemente no puedo ser tan amable por mucho tiempo, nadie puede eso es seguro, pero todos parecemos muy buenos en ocultar el descontento en estas ocasiones. Excepto la reina Alicent, su expresión amarga delata todo, todo el tiempo.

Camino hacia una dirección cuando de pronto me doy cuenta de que estoy yendo hacia Aemond. 

Ya no puedo retractarme porque me está mirando ya. Creo que logro vislumbrar una pequeña sonrisa en sus labios.

―Como alguien más me vuelva a hablar como si fuera un niñito le sacare la cabeza. O mejor el corazón, me parece más simbólico.

―¿El amable príncipe Aenar teniendo pensamientos malos? Eso es nuevo. Creía que eras todo por favor y gracias.

―No quieres saber lo que pienso de ti ―lo miro con burla― Aunque puedo decírtelo si te da curiosidad.

―Piensas en mí, eso es dulce ―gruño por lo bajo. Siempre sabe como poner mi paciencia al limite.

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⏰ Última actualización: Aug 17 ⏰

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𝒯𝓇𝓊𝑒 𝒽𝑒𝒾𝓇𝓈 (ᴬᵉᵐᵒⁿᵈ ᵀᵃʳᵍᵃʳʸᵉⁿ ˣ ᴼᶜ!ᴹᵃˡᵉ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora