01:❝𝐂𝐀𝐑𝐓𝐀❞

219 16 0
                                    


— Lamine Yamal.

Siempre fui muy cercano a mi abuela por bastantes razones, teníamos semejantes gustos, compartíamos las mismas bromas y hasta gestos de la cara. Por ello, cuándo recibimos su diagnóstico, todo se fue cuesta abajo, sentía que mi mundo se caía, ella era mi todo, y sí la perdia a ella, no duraría mucho en este mundo.

Le visitaba todos los días, al finalizar mi entrenamiento, salía y llegaba hasta el hospital caminando, el Camp Nou estaba cerca, esa era mi rutina diaria, comía, entrenaba y la visitaba, bueno, era así, hasta que conocí una pequeña floristería, y desde que la vi, compraba todos los días en ella, porque al entrar me sentía muy cómodo, y no entendía el porque.

Al principio, solo le pedía un ramo de rosas, le agradecía y abandonaba el establecimiento, pero con las semanas, agarré confianza, no sabia de donde salía, pero comencé a hablar con el que parecía el dueño, algunas veces incluso me olvidaba del porque iba a la floristería, pero al salir de ella, todo volvía a mi mente, y me sentía horrible.

Hoy era 7 de junio de 2024, iba a hacer lo mismo que todos los días, salí del entrenamiento y me dirigí a la pequeña tienda a por mi ramo de flores, nada más entrar, me acerqué a la caja y pedí mi orden.

— Buenas tardes sr Gómez, vengo a por lo de siempre, ¿quedan? — pregunté, mientras alcé una ceja.

Como siempre, el me contestó con amabilidad, como si fuera un amigo suyo de toda la vida, cosa que así no era, pero le gustaba pensarlo.

— Claro que sí, Lamine. — asintió con la cabeza. — Oye, se me ha olvidado comentarte que hemos añadido una nueva opción a la hora de la compra. — dijo, mientras agarraba las flores. — A partir de ahora, puedes escribir un texto para la persona a la que vayan destinadas esas flores, bueno, si te las quedas para tí no es necesario. — explicó.

Mis ojos se iluminaron, no estaba seguro de que escribirle, pero sería algo para darle ánimos y hacerle saber que siempre me va a tener a mí.

— ¡Eso es increíble! — exclamé, mientras sonreía tímidamente. — Me encantaría escribir un texto sr Gómez.

No contestó, simplemente encontró las rosas y las ató, después de unos minutos, se acabó formando el ramo, el cuál me lo entregó a mí, después, sacó un papel de decoración y un bolígrafo, ofreciéndomelo.

— Aquí tienes, hijo. — alargó su mano, para que pudiera agarrar el bolígrafo. — ¿Qué piensas escribir?

Sabía que él no tenia idea de la situación que estaba viviendo, así que solo le dí una sonrisa nerviosa mientras me rascaba la nuca, mi cuerpo temblaba debido a los nervios, nunca había hablado con alguien sobre mis problemas, siempre me los reservé para mi.

— Uh.. realmente.. — suspiré. — Mi amiga, ella tomó un vuelvo hacía Barcelona, y llega por la noche. — mentí, mientras evitaba el contacto visual. — Llevo casi 2 años sin verla, por lo que quiero sorprenderla.

Sentí una mano en mi hombro y levanté la cabeza, por fin mirándolo a los ojos, él me miro con orgullo.

— Eso es muy bonito por tu parte, ella debe de estar orgullosa de tenerte, eso sin duda. — aseguró. — Pero ya se lo que te pasa, ¿no sabes qué escribirle, cierto? — le miró.

Me sentía muy culpable por haber mentido, pero no tenía otra cosa que hacer, no se sentía preparado para desahogarse con alguien, eran mis problemas, y si yo quiero guardarmelos pues me los guardaré, y fin de la discusión. Pero en algo tenía razon, no sabía que escribirle a mi abuela, ya que nunca he sido de escribir mucho, ni de leer, para que mentir, mi cabeza siempre ha estado arriba, nunca abajo.

— De hecho, sí. — tragué saliva. — No se me da muy bien la escritura que digamos. — el mayor soltó unas carcajadas. — ¿Cree que sería una molestía si me ayudase a escribirla?

— Claro que no hijo, eres uno de mis únicos clientes, esto es como un agradecimiento por tu s compras. — se aclaró la garganta. — Bien, comencemos, por el principio.

Y estuvimos así por una hora, tardamos porque queríamos buscar las palabras correctas, era para mi persona más especial e importante en el mundo, por lo que me tardaría una vida entera solo para que la carta estuviera perfecta, tuviera sentido y no contuviera errores de caligrafía, repasé la carta y cuándo llegué al final se me escapó una sonrisilla, estaba feliz y seguro de que le encantaría.

— Muchísimas gracias por toda tu ayuda, le debo una. — llevé mis manos al bolsillo y saqué la billetera. — Aquí tiene, 20 euros, y quédese con el cambio. — dijo. — Porfavor.

— Lamine, esto es más de lo que siempre te pido, sabes que el ramo cuesta exactamente 10 euros, ni más ni menos. — intentó regañarme pero no pudo. — Coge tu cambio, lo necesitarás.

Pero negué con la cabeza, tardé 5 minutos en convencerle, pero al final accedió, y empezamos a reírnos los dos, me despedí de el con una abrazo y salí de la tienda, ahora sí, directo al hospital. Tenía muchas ganas de que leyerá la carta, estaba impaciente por ver su reacción, siempre había sido una persona sensible, así que no dudó un segundo en pensar si podría llegar a llorar.

Dejó sus ideas atrás cuándo entro al lugar, y cogió el ascensor.

Rosas - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora