El será rechazado, pero luego ella se dará cuanta que estuvo mal así que le da la oportunidad, dolor, ruptura y más...
Historia original, ya finalizada.
Mi alarma sonó y me levanté. Estaba muy agotada ya que todo esto de que nos íbamos a mudar a Estados Unidos, me ponía triste: dejar a mi familia, amigos y compañeros.
No podía llevarme a mi familia porque quería rehacer mi vida y volverme independiente, por lo cual, para no dejar a mi mamá preocupada, me iré a quedar con mi tía para poder conseguir trabajo. Me han dicho que por allá se consigue trabajo muy rápido.
Me fui a bañar porque podía perder el vuelo, me vestí y me puse esto.
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Para ir más cómoda en todo el viaje, baje a desayunar para no ir con hambre, vi a mi mami muy triste, sabía porque lo estaba, tenía que irme y no la podía llevar conmigo.
—Mami, no te pongas así, te prometo que te voy a llamar todos los días para ver cómo estás — dije, abrazándola un poco.
—Mi amor, cuídate y dile a tus amigas que igual se cuiden, por favor.
—Dios, por poco se me olvida preguntarles si están listas. Gracias por acordarme.
Salí de la casa, me despedí de mi madre y salí al aeropuerto porque mis amigas dijeron que iban a estar ahí. Me voy acercando y las veo un poquito lejos y corro porque me estaban llamando.
—Llevamos una hora esperándote aquí y tú nada que llegabas — exclamó Camila.
—Pero cálmate, que ya yo estoy aquí, que es lo importante — dije, con una sonrisa.
—A ver, cállense las dos, ¿no ven que estoy tratando de leer cuándo sale nuestro vuelo?
—Préstamelo para acá, déjame ver, que tú eres muy estúpida, sin ofender.
—Por inteligente que eres tú — dijo Angely, a lo que yo reí.
—Pero, cállense.
Después de buscar no encontramos nada, pero gracias a una azafata que al parecer vio que no sabíamos nada fue a preguntar si estábamos perdidas, y le dijimos que sí y le enseñamos. Ella nos llevó al avión que ya estaba por salir.
—Ay, Dios, por poco perdemos el avión.
Después de 3 horas de vuelo, al fin llegamos a nuestro destino. Llamé un taxi para que nos viniera a recoger.
—¿Tú crees que nosotras no seamos un estorbo ahí? — preguntó Camila.
—No, yo le dije a tía que ustedes se iban a quedar y ella no tuvo ningún problema con eso.
—Si tú lo dices, está bien — dijo Angely, a lo que yo le di una sonrisa.
Llegó el taxi y nos montamos; le di la dirección, llegamos a la casa y yo le pagué.
—Y esta casa es de tu tía, pero ¿qué es lo que ella fabrica? — dijo Camila, no dudó en echar una risa.
Toqué la puerta y esperamos media hora hasta que David y Ethan abrieron la puerta.
—¡Hola, mi prima favorita! —Cuánto te extrañé — dijo Ethan, mientras me abrazaba.
—¿Y tú qué haces aquí?
—Cállate, David. ¿Quiénes son esas que están atrás de ti? — preguntó Ethan.
—Ellas son Camila y Angely.
Ellas se le quedaron mirando de mala manera; son así cuando no conocen a una persona.
—Creo que no les caemos bien a tus amiguitas — dijo David, riendo.
—Ellas son así, bueno, no importa, vamos a pasar mejor.
Entramos a la casa y veo a tía y a un chico al lado de ella; no le di importancia y corrí a abrazarla.
—Mira, se parece a ti de arrogante y maleducada.
—Ajá, supongo que sí.
—Te extrañé, mi chiquita, ¿cómo estás, mi amor?
—Yo muy bien. Yo igual la extrañé y a los chicos igual.
—¿Y quiénes son esas bellas muchachas?
—Ellas son de las que le hablé, tía, es que nos queríamos independizar y no tenemos dónde ir.
—Ya veo, bueno, no tengo problemas con eso ya que no paró aquí. Yo duermo donde una hermana mía; mejor me voy, que ya casi está de noche y no me gusta ir tan tarde.
Tía se fue y fui a sentarme en el comedor porque estaba cansada.
—¿Ustedes van a vivir aquí? —preguntó Ethan.
—Sí, nos queremos independizar y por eso vinimos.
—Bien, como ustedes van a vivir aquí, le voy a presentar a mi amigo — dijo David.
Veo como el chico que estaba sentado se para y saluda; parece amable, aunque es muy lindo también.
—Hola, yo soy Darrian. Mientras él decía eso, yo no podía dejar de verlo; era tan lindo.
—Y esta muchacha, Katy, te perdiste.
—Espera, yo sé qué hacer para que se le quite — dijo Angely, entre risas.
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Me le acerqué a Katy; ella estaba muy concentrada mirando al muchacho, ya lo tenía hasta nervioso, y la pellizqué en la cara.
—¿Y por qué tú me pellizcas? — dijo, sobándose la cara.
—Tú no dejabas de ver a ese pobre muchacho; se veía que te lo querías comer, hasta asustado lo tenías.
—¿En serio? — dijo nerviosa.
—Claro.
—Ay, perdón, no me di cuenta.
—Tranquila, que yo sé que yo estoy bueno.
Dios mío, qué vergüenza, ¿qué pensará ese chico de mí?
—Es mejor que les enseñes las habitaciones porque, si esperan por Katy, se van a quedar secas esperando. Ethan, tú les vas a enseñar las habitaciones a las chicas.
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Les enseñé a cada una de ellas su habitación; ellas no dijeron nada, igual yo tampoco les iba a sacar conversación.
Bajé; los chicos estaban sentados esperándome.
—Vamos a la cancha — dijo David.
—Sí, quiero distraerme, la verdad.
—Ethan, ve por las llaves.
—Ok, esperen.
Cuando volví con las llaves, ellos ya no estaban; siempre me hacen lo mismo, se van corriendo y me dejan solo. Cerré la puerta y fui corriendo a ver si los alcanzaba.