//Sentimiento//

76 11 34
                                    

— Kokushibo...— Balbuceó un pelinegro mientras estaba recargada su espalda en un sillón.  — ¿Qué mierda es la que me pasa contigo?— Meditaba sobre las sensaciones que había estado experimentado los últimos meses.

Muzan tenía una ligera sospecha de que podía ser, sin embargo, se negaba rotundamente a aceptarlo. Él era un demonio, el más fuerte de todos para ser precisos, y Kokushibo era sólo unas de sus lunas, las cuales utilizaba para su propio beneficio. Entonces... ¿Cómo es que terminó sintiendo aquello por el menor?

Muzan tomó con frustración el puente de su nariz. Escuchó que llamaban a la puerta, se acercó y la abrió lentamente. Y hablando del rey de Roma...

— Mi señor.— Saludó Kokushibo. El pelinegro le permitió el ingreso  -la luna ese día tenía que ayudar con unos experimentos-. Se posicionó al lado de su amo e inició con su labor.

Por otro lado, estaba Muzan, quien, aunque lo disimulaba muy bien, adentro tenía una tormenta de pensamientos y sensaciones que la aturdían a más no poder. Y por más trató buscar excusas ridículas para no aceptar que le gustaba Kokushibo, fue ahí donde por fin se dio cuenta y se dignó a aceptar lo que realmente sentía.

— Kokushibo...— Llamó el mayor capturando la mirada atente del nombrado.— Hay algo que en verdad necesito decirte...

Douma abrazó a Akaza, quien tenía su rostro en el hombro del mayor, al tiempo que le daba suaves caricias en su cabellera rosada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Douma abrazó a Akaza, quien tenía su rostro en el hombro del mayor, al tiempo que le daba suaves caricias en su cabellera rosada. El pelirrosa estaba pasando por un torbellino de sensaciones inefables, al igual que el ojiarcoíris, sin embargo, causaban un efecto placebo en ambos individuos. 

— Gracias por darme otra oportunidad Akaza.— Dijo el mayor besando al de menor estatura. El pilar de la brújula sólo sonrió y depositó un efímero beso en la mejilla de su contrario.

— Aún estoy trabajando en perdonarte, no te hagas tantas ilusiones, Douma.— Dios, su nombre en los labios de aquel chico sonaba tan, tan... bien. Sólo quería su nombre en los hermosos y voluptuosos labios color carmesí del ojiámbar.

Akaza en su parte, consideraba el tal vez perdonarlo, pero debía estar preparado en caso de que sea sólo un juego, por eso primero se aseguraría de que el demonio que tenía al frente fuese completamente sincero.

— Te amo.— Soltó tan cálidamente. Esas dos palabras estaban cargadas de un amor a desbordar, arrepentimiento, culpa y sobre todo... sinceridad. Douma estaba completamente enamorado de el pilar, tanto que estaba dispuesto a dar su propia vida por él, traicionar a su amo Muzan, despojarse de todo y de todos, sólo para poder estar con él.

— No estoy del todo seguro... pero creo que yo también lo hago.— Y volvió a sonreír dulcemente. Eso era lo único que quería Douma, verlo que le dedicara una sonrisa tan genuinamente hermosa, y ahora se sentía mal. Sin embargo, sabía que lo que hacía, lo hacía por el bienestar de su amado pelirrosa.

¡Maldito Demonio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora