Capítulo 3

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Capítulo 3: sonrisas con sabor a libertad

Olía a hombre.

Fue lo primero de lo que fui consiente hasta que abrí los ojos y mis sentidos se encendieron. Pude sentir la boca seca y el paño húmedo que se paseaba por mi frente, mientras mis ojos apreciaban el techo blanco bajo el que estaba.

Sí, en definitiva olía bien.

Mi vista navegó por las paredes azules cubiertas de posters y trofeos de futbol. Fue fácil encontrar fotos familiares entre el desorden que inundaba el lugar y unos ojos profundos que me miraban con temor y nerviosismo.

― ¿Nolan?―pregunté al mirarle, temerosa de donde me encontraba.

― Dios, Moly, no sabes el susto que me diste―suspiró mirándose aliviado mientras dejaba de pasar el paño húmedo por mi frente ─. Yo... creí que en serio te habías lastimado y que...mira, sobre lo que te dije, fui un imbécil, no debí comportarme así cuando tú llegaste en paz, pero es que estaba furioso contigo por lo que dijiste en el funeral y...

Ni siquiera él medía las palabras que salían de su boca. En verdad lo veía arrepentido, prácticamente parecía otro chico. Se había esfumado la mirada arrogante que me brindaba hace unos momentos y ahora parecía un poco dulce.

―Oye, tranquilo―tomé sus manos confundida con su actitud―, sobreviví, pero sigues siendo un imbécil― reí ocasionando que él también lo hiciera.

¿En serio?, ¿también se ríe bonito?

―Ven, te ayudare a levantarte-ofreció tirando de mí con cuidado. Me maree momentáneamente, sintiendo las hamburguesas en mi garganta.

« ¡Ni se te ocurra vomitar frente al chico!»

Me miró preocupado y yo asentí mostrándole que estaba bien. Me costó un poco ponerme en pie, pero después de que lo hice fue fácil acostumbrarme. Y desde el ángulo en que ahora me encontraba pude apreciar con más detenimiento el lugar que me rodeaba.

― ¿Es tu habitación?―pregunté con una sonrisa burlona en los labios. De repente, fue como si todo el enojo que había en mi cuerpo se evaporara.

―Sí―respondió moviendo sutilmente una playera que estaba tirada en el suelo para esconderla debajo de la cama.

Dios, el lugar era un desastre.

«Pero él sigue siendo guapo» recordó mi mente.

«Y mucho», concordé.

― ¿Segura que te encuentras bien?―cambió de tema. El nerviosismo le quedaba bien a su faceta de chico arrogante.
Asentí.

―Bueno, entonces ya podemos volver abajo―indicó caminando hacia la puerta y de pronto se paró en seco, deteniendo los elegantes movimientos de su cuerpo al caminar. Me volteó a ver con el rostro pálido.

― ¿Ocurre algo?―pregunté frunciendo el ceño.

―Pasos―susurró.

Aplasté mis labios con confusión.

― ¿Pasos?

― ¡Sí, baja la voz!―volvió a susurrar, pero esta vez, cuando entendí que alguien se acercaba por el pasillo afuera de su habitación, pude ver, apenas en el segundo en que duró el movimiento, como se acercaba a mí y cubría mi boca con su mano.

―Shhh―ordenó en mi oído, haciendo que pequeños escalofríos hicieran cosquillas en mi cuello, sin meditarlo ni tener tiempo de reprenderme por mi reacción―. Guarda silencio, Moly.
Podía sentir mi espalda recargarse en su pecho, una de sus manos tomando mi cintura y la otra cubriéndome la boca, con una cierta pizca de tención y brusquedad en su cuerpo, como si todos sus muscules de repente se hubieran vuelto una piedra.

Un viaje al universo de tus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora