𝖍𝖆𝖗𝖗𝖞 𝖘𝖙𝖞𝖑𝖊𝖘

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Harry caminaba por uno de los pasillos largos y elegantes del bufete de abogados donde trabajaba desde hace seis años aproximadamente, de hecho, ese fue el primer bufete en el trabajo y sorprendentemente nunca quiso renunciar o quisieron despedirlo, eso era algo que, sinceramente, le gustaba presumir.

Su acción de caminar fue interrumpida por un impacto en su hombro que logró distraerlo de sus propios pensamientos en los que estaba tan inmerso y concentrado.

—¡Ey! —Exclamó Harry con cierto tono ofensivo en su voz, sin embargo, el chico que chocó con él, le restó importancia a su llamado, solo lo observó con un gesto de disculpa, que por supuesto, para el rizado no fue suficiente.

Siguió caminando, ignorando la situación previa, ya ni siquiera era sorprendente para él lo descortés que podían ser algunos empleados del bufete, él mismo era grosero en ciertas ocasiones, aquel bufete estaba lleno de abogados y abogadas que solo pensaban en sí mismo, egoístas.

Desafortunadamente, Harry no era una excepción, todo lo contrario, aceptaba que era bastante egocéntrico, tenía una personalidad compleja de soportar, ya que era un chico bastante presumido que a veces llegaba a ser insoportable, y una de sus principales cualidades era la vanidad, sentía una profunda admiración por sí mismo, ¿Cómo no hacerlo? Fue considerado como el abogado más joven en no tener ni siquiera un caso perdido, Harry le daba los créditos de su logro a su buena suerte y a sus años de estudio en los que se esmeró bastante.

Continuó su andar por aquel lugar lleno de personas elegantes, que aparentaban hasta la más mínima acción o reacción, así era su mundo y no le importaba admitirlo. Tampoco se avergonzaba de ser parte de ese grupo de abogados excéntricos, vanidosos, y ególatras que se esforzaban por alcanzar la mayor cantidad de dinero y poder, así era él, así era su mundo, así era su vida.

Cuando llegó a su destino, tocó la puerta con distinción, mientras le abrían, aprovechó aquellos segundos para arreglar un poco su corbata y su traje costoso.

Escuchó los toques suaves pero ruidosos que generaban los zapatos de alguno de los hombres con los que Harry estaba a punto de reunirse, alertó sus sentidos, estando al pendiente de todo, y suspiró.

—Señor Styles, llegó justo a tiempo. —Un hombre de edad madura le abrió la puerta—. Pase, por favor, no hubiéramos podido empezar sin usted.

Harry asintió y se adentro a la oficina, viendo a John y a Michael, un par de bastardos que Harry no soportaba, y no era para menos, eran padre e hijo, eran igual de insoportables, sentía una profunda aversión por aquellos hombres, sin embargo, no podía hacer nada al respecto, ambos, especialmente Michael, eran abogados tan respetados como Harry mismo, por ello cualquier tipo de rivalidad pública entre ellos sería una desventaja para su reputación.

El rizado no pronunció ni siquiera un saludo, no malgastaria su tiempo siendo cortés con personas que no lo merecían.

—¿Cómo te encuentras el día de hoy, Harry? —Michael lo observó con una ligera insinuación de arrogancia, con una sonrisa ladina que complementaba su mirada presumida.

—De antemano, me gustaría aclararle que no debería dirigirse a mí en términos informales, no le he brindado ningún tipo de confianza que le permita llamarme "Harry". —No esperó ni un minuto más para expresar su molestia y lo hizo de la manera más tajante posible.

—La educación del señor Styles es algo que siempre voy a admirar. —Dijo John sarcásticamente y con intenciones ofensivas.

Afortunadamente, Harry sabía controlar perfectamente sus emociones, ya que si no fuera por esa ventaja, probablemente ya estaría insultando a John, ni siquiera entendía qué hacía ahí, ya tenía sesenta años, era un viejo que no tenía ninguna labor en el bufete, además de ser una molestia, odiaba tener que escuchar su voz gruesa y desgastada de tanto cigarrillo, era desagradable.

Devil's Advocate | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora