Promesa - Kidller

Capítulo 2: Él y él

Te dejé ver las partes de mí, que no eran tan bonitas
Y con cada toque las arreglabas
-Just Give Me a Reason de Pink

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Killer metió su moto en el cobertizo anexo a su edificio de apartamentos. Estaba destinado a servir de trastero adicional y estaba incluido en el alquiler, pero Kid y él habían vendido todas las cosas que les sobraban y era lo bastante grande para guardar su moto Triumph Tiger 1200. Así se ahorraban unos billetes preciosos al no tener que pagar el aparcamiento subterráneo. Colocó una lona sobre la moto para que fuera menos evidente y cerró la puerta con un candado colgante antes de salir.

Caminando hacia la entrada, Killer pensó en lo afortunado que era de que el clima hubiera cambiado, evitándole tener que conducir bajo la lluvia y empaparse.

Killer abrió la puerta a unos trabajadores de mantenimiento que salían del edificio con sus grandes bolsas de herramientas.

Uno de los hombres se sorprendió al ver a Killer con su casco blanco con líneas azules verticales, pero el otro le dio las gracias. "¡Te lo agradezco, amigo!"

"De nada". dijo Killer y entró. Estaba acostumbrado a que la gente le mirara dos veces, si no era por el casco, era por su pelo inusualmente largo, para ser un hombre.

Fue directo al ascensor y pulsó la flecha hacia arriba. Por la mañana, cuando se había ido a trabajar, el ascensor había hecho unos chirridos horribles, pero ahora estaba agradablemente silencioso. Justo cuando las puertas estaban a punto de cerrarse, el adolescente de la quinta planta entró con sus amigos y corrió hacia el ascensor. Killer hizo sitio ocupando el espacio de la esquina trasera.

El ascensor empezó a moverse sin dificultad y Killer comprobó su teléfono. No había mensajes nuevos de Kid, pero el último que había enviado dibujó una suave sonrisa en el rostro de Killer. Sus ojos captaron a uno de los chicos que lo miraba por encima del hombro y luego se volvió para susurrar algo al oído de su amigo. Tal vez el chico pensó que Killer no estaba mirando debido a la visera tintada.

Una parte de él quería hablar y ver cómo el mocoso se cagaba en los pantalones. Siendo el doble de grande que ellos, el mocoso tendría derecho a preocuparse si cabreaba a alguien como Killer. Por suerte para ellos, Killer no era tan conflictivo como su nombre sugería.

Raro o no, a Killer le gustaba dejarse el casco puesto hasta que llegaba a casa. Tenía que fingir una sonrisa a los clientes del restaurante durante su turno de trabajo. Llevar el casco le evitaba tener que hacerlo una vez fuera de su horario de trabajo y, francamente, no le importaba que los vecinos pensaran que era un bicho raro.

Los adolescentes bajaron en su planta y Killer tuvo que disfrutar del resto del trayecto sin más compañía.

Mientras el ascensor subía, Killer se preguntó qué habría estado haciendo Kid. Rara vez llegaba su novio a casa antes que él. El pobre había estado trabajando tanto últimamente que a Killer no le extrañaría que Kid se hubiera quedado dormido nada más llegar a casa.

El ascensor sonó y Killer salió. Las llaves sonaron mientras buscaba la que abría la puerta.

"¡Estoy en casa!" gritó al entrar, cerrando la puerta tras de sí.

Se quitó el casco, se deshizo la trenza que llevaba mientras trabajaba y se alborotó el pelo. Se quitó la mochila, la chaqueta y los zapatos. Killer se arregló el pelo junto al pequeño espejo de la pared de la entrada.

No le dio mucha importancia a no obtener respuesta a su primera llamada, se imaginó que Kid estaba dormitando en el sofá. "¡Hey, despierta, dormilón! Estoy en casa igual que tú-"