"El primer recuerdo que tengo de ti"
Terminar sentada en la mesa de la familia Rule no era parte del plan. Por supuesto que no, pero mis ganas de quedarme a dormir en un hotel eran nulas y la oferta de Nolan fue tan tentadora que no pude decirle que no. Además, la cena estaba riquísima. Por Dios. ¿Qué le habían puesto a ese pollo?
-Toma, sírvete un poco más-Laurine, la madre del chico, me pasó el puré de papa mientras Josh me acercaba por la izquierda la ensalada.
-Y espérate al postre-se burló Nolan.
-¡Hicimos pastel de chocolate!
-Ustedes...¿festejan algo hoy?
La señora me miró con el ceño fruncido y después soltó una carcajada junto a su padre.
-¡Claro que no! Nos metimos por las tardes a clases de cocina, se nos da bien, ¿no?
Ese puré de papa era el cielo...
-Demasiado.
―A tu abuelo le encantaba esta comida―agregó Josh. Omití el hueco que se me formó en el estómago y le di otra probada al pollo.
Él me caía bien. Era sonriente. Tenía mucha chispa, tanto que contagiaba un poco. Y con todo eso me resultaba extraño que pudiera haber formado una amistad tan fuerte con el cascarrabias de mi abuelo, como para llorar desconsoladamente junto al ataúd en el funeral.
Cuando terminó la cena, Laurine, la madre de Nolan, en un acto de bondad que su hijo no tomó nada bien, bajó unas mantas al sillón de la sala para que él durmiera ahí mientras yo pasaba la noche en su habitación.
―Me debes una grande, pequeña Moly.
Fueron las palabras que dio cuando salió de su cuarto completamente indignado.
―Estoy segura de que estarás cómoda aquí―sonrió Laurine―, pero si llegas a necesitar algo, que no te de vergüenza decirlo. Mi habitación está al final del pasillo y Nolan dormirá abajo.
―Muchas gracias―le agradecí de corazón.
―No tienes que agradecer, Moly. Tú eres como de la familia―ella también tenía una sonrisa preciosa― Buenas noches―se despidió cerrando la puerta.
―Buenas noches, señora Rule.
Solté un suspiro cuando me quede sola en aquel lugar. Tenía que admitir que era más acogedor que la habitación que tenía en mi casa. Era como si aquel sitio fuese una parte de Nolan. Cada trofeo de futbol que adornaba los estantes era un recordatorio de sus triunfos y el esfuerzo que invirtió para lograrlo.
Caminé por la habitación admirando lo que no pude cuando estuve ahí la primera vez. Mis ojos anduvieron curiosos por los posters de bandas que había en las paredes. Si que sabía de buena música. Y no pude evitar tomar una de las muchas fotos que se encontraban en marcos sobre una repisa. Nolan estaba en medio de otros dos chicos, uno rubio y otro con el cabello igual de oscuro que él. Todos sonreían y parecían estar en una fiesta. Yo también sonreí con la felicidad que pintaban sus rostros.
Había gente con suerte en este mundo.
Dejé la foto en su sitio y tomé otra en la que aparecía Nolan junto a sus padres y un chico tan similar a él que si no se le notaran los años, los hubiera confundido como gemelos.
Yo extrañaba a mi hermana, pero hace nueve años, cuando tuve que mudarme a casa de mis abuelos, ella aún era tan pequeña que servicios infantiles se hizo cargo de su custodia. No vieron a nadie capaz de criar a una niña de cuatro años y medio y, en cambio, después de unos meses de terapia, a mí me creyeron lista para seguir con mi vida.
ESTÁS LEYENDO
Un viaje al universo de tus labios
Teen FictionCuando Nicolas da su último aliento en este mundo, una carta llega a manos de Moly, su nieta, la joven a la que dedicó su vida entera a herir, pidiéndole que se embarque en un viaje lleno de destinos impredecibles, como única forma de sanar su coraz...