"Mis fuerzas son tuyas"
Hay un cierto miedo que habita en mi pecho sin pagar renta, siendo el refugio de todos aquellos fantasmas que en su momento atacaron mi alma, y cuando esta construyó su muralla, se quedaron a esperar a que el tiempo la hiciera débil.
Nolan hablaba de sanarme, y quizá este fuera otro de esos momentos de inseguridad que me daban cuando me ponía a pensar, pero por todos los cielos que tenía miedo de abrirme como él lo pedía, de convertir la oruga en mariposa, de nadar en mares desconocidos, de probar nuevos sabores, pero, más concretamente, tenía miedo de bajar las defensas y que los fantasmas atacaran, porque una vez ya fui débil y me destruyeron.
Mucho me temía que no había recursos para reparaciones cuando otra decepción llegara.
Otro corazón roto y estallaba la muerte permanente en lo que a sentimientos se refería.
―Toma. Ocuparemos fuerzas para el resto del día―dijo Nolan mientras me tendía un sándwich.
Acepté gustosa su oferta y tomé la bolsa de plástico con botanas que el chico me había dado el día anterior. Saqué unas sobritas y metí algunas entre los panes.
― ¿Eso sabe bien?―me preguntó casi con un ojo desorbitado. Le echaba un vistazo a mi sándwich ya un poco gordo por el nuevo contenido, y al suyo, que poseía unas cuantas mordidas.
Me encogí de hombros mientras tomaba la bolsa de sabritas y se la tendía.
― ¿Por qué no lo descubres por ti mismo?
Me sonrió, pero esta vez, de forma divertida. Parecía que cada día rebuscaba en su maleta alguna sonrisa diferente, y se preguntaba antes de adornar su rostro con ella, "¿qué sonrisa le gustara más a Moly?"
―Me encantan los riesgos―anunció mientras tomaba la bolsa.
―Y las morenas―dije juguetona mientras le daba una mordida al sándwich.
―No, me encantas tú, sin plurales.
Me paralice, de pronto, mi estómago se sintió como si callera en picada. Las manos me comenzaron a temblar y lo disimulé jugando con la comida.
― ¿Aunque ahora sea rubia?
« ¡Cállate!» regañe a mi boca por soltar palabra sin pasarla antes por el cerebro.
Los ojos de Nolan me miraron como si supiera que caía en picada.
―De nuevo, Moly, el físico no me interesa. Me inclino más por lo que llevas en el pecho, y te apuesto este delicioso sándwich―levantó el pan con sabritas―, a que algún día hare que cada trozo de tu corazón se vuelva loco por mí.
Me reí. Algo en mi pecho se estaba comenzando a acostumbrar a que de la nada el chico se convirtiera en todo un poeta, y no sabía si eso era bueno para mi seguridad.
Al terminar de desayunar nos dispusimos a guardar todas las cosas que habíamos traído. Nolan terminó de apagar la fogata que se había convertido en puras brazas mientras yo deshacía la casa de campaña.
Según el GPS del chico, el único acantilado que había en el bosque estaba caminando completamente derecho hacia el sur.
«Podemos con esto» le dije a mis pies antes de colgarme la mochila y comenzar a caminar. Nolan estaba a un lado de mí, nuestros pasos iban acompasados.
Mis ojos no podían dejar de apreciar los hermosos árboles, tan altos que parecían rozar el cielo. Incluso el suelo tenía su propio arte. Jamás había visto la paleta de colores que jugaba en el césped y las flores que ahí crecían.
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Un viaje al universo de tus labios
Dla nastolatkówCuando Nicolas da su último aliento en este mundo, una carta llega a manos de Moly, su nieta, la joven a la que dedicó su vida entera a herir, pidiéndole que se embarque en un viaje lleno de destinos impredecibles, como única forma de sanar su coraz...