"Mariposas en el estómago"
Caminábamos de regreso a la camioneta después de la pequeña aventura que habíamos vivido en aquel lugar. Mis manos aún temblaban cada que recordaba la imagen de Nolan colgando del acantilado, y él lo sabía.
A ambos todavía nos removía en las entrañas el recordarlo, así que el chico, conociendo el mal que cargaba, no había dejado de sacarme platica en todo el camino
― ¿Dónde aprendiste a hacer poesía?―preguntó a mi lado. Su rostro estaba mojado por el agua que utilizó para limpiarse el sudor y en sus ojos aún se apreciaba una chispa de miedo.
Me encogí de hombros al responder.
―No lo aprendí, solo lo hago, y tampoco es como si fuera muy buena, pero ayuda.
«Calma mis demonios»
― ¿Y tienes más?―sus ojos me miraron con intriga y un toque de duda.
―Sí―me limité a responder.
Poco a poco me estaba abriendo más a él.
― Y algún día....espera.
Se quedó en silencio, incluso detuvo su andar. Parecía una estatua con una mueca de concentración en el rostro.
Fruncí el ceño mientras me detenía yo también.
― ¿Qué sucede?
Él me hizo un gesto para que guardara silencio. Me quedé mirándolo, aún más confundida, y de pronto, su mano se cerró en mi cintura, y utilizó aquel agarre para llevarme hacia él.
«Dios mío.»
Su pecho quedó, de nuevo, rozando mi espalda, como la vez que estuvimos en su habitación. Nolan colocó su barbilla en mi hombro, agachándose un poco para poder hacerlo.
―Guarda silencio y escucha―susurró en mi oído. Sentí unas cosquillas que comenzaron justo en aquel punto en donde golpeo su aliento y terminaron en el dedo chiquito de mi pie izquierdo.
Le obedecí. Me quedé callada y con los oídos atentos. Podía escuchar los latidos de su corazón, el viento que movía las hojas de los árboles, los pájaros que cantaron a lo lejos y...
―Agua―susurré como si fuera el mayor descubrimiento del mundo.
―Hay una cascada cerca―anunció Nolan separándose al mismo tiempo de mí. De pronto, me sorprendí extrañando su calor.
Los ojos del chico brillaban con diversión, juguetones, hambrientos de zambullirse en las aguas que se escuchaban caer.
―Una carrera de aquí a la cascada―sugirió relamiéndose el labio inferior. Mis ojos siguieron el camino de su lengua.
― ¿Y cuál es el premio para el ganador?
El chico se encogió de hombros e hizo una mueca como si pensara, pero era evidente que tenía todo calculado. Él siempre movía las cosas a su favor.
―Sí yo gano, tú me lees tu poema favorito―su voz sonaba juguetona.
« ¿Debía fiarme de él, entrar en su juego?»
Levanté una ceja en su dirección.
― ¿Y si yo gano?
Me sonrió coqueto.
―Te dejaré conducir a Charlie.
Solté una risa, una carcajada potente, y de pronto, lo vi correr.
― ¡Oye!―le llamé apreciando solo la fuerte espalda que avanzaba con mucha velocidad hacia dónde provenía el sonido del agua.
ESTÁS LEYENDO
Un viaje al universo de tus labios
Novela JuvenilCuando Nicolas da su último aliento en este mundo, una carta llega a manos de Moly, su nieta, la joven a la que dedicó su vida entera a herir, pidiéndole que se embarque en un viaje lleno de destinos impredecibles, como única forma de sanar su coraz...