Capitulo 22

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"Algo más profundo"

Salí de la fiesta de la misma forma en que había entrado: tomada de su brazo.

Anduvimos el trayecto hacia la camioneta entre risas, mientras Nolan se burlaba de mis pasos torpes a causa de las incontables piñas que me había tomado. No tenía una experiencia previa de cómo debía ser una cita, pero aquella superó con creces mis expectativas. Todos los posibles sucesos que se había imaginado mi cabeza, fueron brutalmente hechos polvo por la hermosa noche que había vivido.

Y entonces, en medio de los pensamientos que no dejaban de provocar sonrisas tontas en mis labios, recordé un detalle que revoloteó en mi cabeza.

―Nolan―le llamé.

―Dime.

Aprese mi labio con los dientes.

― ¿Sabías que los amigos no van a citas?

Asintió y uno de los mechones en su frente brincó.

―Sí, lo sabía.

El nerviosismo comenzó a atacar mi cuerpo.

―Y nosotros somos amigos―pronuncie con la voz unas notas más bajas.

Esta vez Nolan negó con la cabeza y apretó el agarre en mi brazo. Cada que hacia eso sentía como si nunca me fuera a soltar, y no quería que lo hiciera.

―No, Moly, tú y yo no somos amigos.

Me detuve y él también lo hizo.

― ¿Ah, no?

Volvió a negar. En sus ojos parecieron haberse concentrado todas las estrellas de la vía láctea.

―No, nosotros dejamos de ser amigos en el segundo que te diste cuenta que ya no podías dejar de pensar en mí.

Paladeo las palabras mientras estas salían por su boca. Mis mejillas se encendieron como dos grandes linternas de luz roja y él, con la mano que le quedaba libre, las acaricio.

―Yo no sé de qué...

―Shhh―dijo mientras dejaba un beso en mi mejilla―No intentes negármelo, Moly, porque cada que veo tus ojos siento como estoy comenzando a repararte. Y tú deberías de comenzar a ponerle más atención a la parte profunda de los míos donde habitas.

Las palabras seguían y seguían saliendo de su boca pero yo no lo escuchaba. Seguía perdida en el beso suave que había dejado en mi mejilla, porque fue en él cuando me di cuenta de que si en sus ojos estaban todas las estrellas de la vía láctea, entonces en su boca habitaba el universo.

Después de eso seguimos caminando hasta que ambos nos subimos a la camioneta. Mi cuerpo extrañando el calor de sus brazos, mientras de nuestras bocas no se esfumaban las sonrisas.

Había en el aire ese tipo de silencio que grita con fuerza y hace que los oídos retumben. En mi mente solo se reproducía una y otra vez aquella fiesta. Podía quedarme a vivir por siempre en esos recuerdos.

***

Aquella noche no pude dormir. Tenía miedo de cerrar los ojos y perder con una pesadilla aquella felicidad que me habitaba.

A mi alrededor se escuchaba el sonido del reloj que seguía avanzando y avanzando, anunciando los segundos que iban muriendo. Comencé a parpadear al ritmo de ellos.

Quince minutos después mis ojos seguían mirando el techo y mis manos comenzaban a moverse con impaciencia.

―Nolan―llamé al chico, cansada de no poder dormir bien y aburrida de no saber qué hacer.

No respondió.

―Nolan―le volví a llamar.

―Mmmm―se quejó con la voz adormilada.

―No puedo dormir― susurré bajito.

El chico, que estaba dormido en el sillón con varias mantas encima suyo, levantó un brazo para hacerme espacio.

―Ven aquí―dijo con la voz ronca y los ojos aún cerrados.

No tardé en levantarme de la cama. El suelo frio recibió a mis pies, quienes rápidamente corrieron hacia donde el chico se encontraba.

Me acosté a su lado. El pecho de Nolan quedó en mi espalda, y el brazo que no me había soltado en toda la noche, me cubrió con las mantas y después se enrolló en mi cintura.

Su cuerpo caliente quedó completamente amoldado al mío y su rostro se acomodó fácilmente en la parte de atrás de mi cuello. Su respiración me erizaba la piel y provocaba que las mariposas en mi estómago se mudaran a mi vientre.

En definida aquello se sentía mejor que bailar.

―Nolan―le volví a llamar en un susurro.

―Mmmm―volvió a responder haciendo que su respiración acariciara mi piel.

Reprimí un suspiro.

― ¿Cómo te diste cuenta de que me querías?―le pregunté sabiendo que a la mañana siguiente, cuando recordara aquel momento, le echaría la culpa a mi exceso de piñas coladas.

Apretó el agarre en mi cintura.

No tardó nada en responder. Parecía como si ya hubiera practicado aquella respuesta en el espejo anteriores veces.

―Un día simplemente te vi, como muchas veces lo había hecho, pero aquella fue diferente. Había magia, ¿entiendes?―preguntó acariciando con su nariz mi cuello. Su voz adormilada sonaba tierna―, había un cierto tipo de electricidad en mi cuerpo cada que te veía sonriendo a escondidas para que no te regañaran. Y fue todo. Tan solo eso bastó para quédame perdido en ti.

Sus palabras bailaron en mi cabeza y dibujaron una sonrisa en mis labios.

― ¿Y cómo supiste que era amor?

Emitió un bostezo antes de contestar.

―Porque después de aquel día no podía dejar de pensar que quería ser el causante de todas aquellas sonrisas clandestinas. Globalizaste mi mente, y desde aquel momento no he dejado de pensar en ti.

Me quedé cómoda en aquel sillón, escuchando de fondo el sonido del reloj, sintiendo su cuerpo caliente y el aliento que jugaba en mi cuello. No podía dejar de pensar en sus respuestas. No podía dejar de pensar en él.

―Sé que es pronto, pero creo que yo también te estoy comenzando a querer―susurre, bajito, solo para mí.

Un viaje al universo de tus labiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora