Capítulo 1

10 1 2
                                    

–Venga ya tía, nunca sales de casa.
–Tal vez no necesite hacerlo Mia.
–Solo será una vez Jane. Por favoooor– me miró poniendo cara de angelito. Aunque ambas sabíamos que era un demonio sin alas.
Solté un bufido.
– De acuerdo, bien. Pero antes de las nueve me largo. Y no quiero que me presentes a nadie. Estoy muy bien así.– dije, aunque en el fondo sabía muy bien que no era cierto.
Llevaba mucho tiempo diciendo que quería enamorarme, pero nunca en voz alta, tal vez porque no me lo creía del todo. Nunca he sentido una chispa con nadie, esa chispa de la que todo el mundo habla, y parece sentir con cada una de sus parejas.
Mia soltó un gritito de emoción y me abrazó con fuerza.
– Jane, te juro que no te arrepentirás, ya verás te lo vas a pasar genial. Como en tu vida.
– Si tú lo dices– dije sin mucha confianza.
– Venga, larguemonos ya de aquí, no soporto seguir en el colegio diez minutos después de que suene el timbre.
Me cogió de la mano y me arrastró hasta casa.

– A ver te tienes que poner guapa que vamos a salir. Enséñame tu armario.
Resoplé. No tenía mucha ropa, y menos para salir, pero como el don de Mia era hacer que un simple abrigo se convierta en un vestido a la moda dejé que ella eligiera lo que me pondría.
– Ya sabes que no tengo mucha ropa, así que dejo a tu elección  lo que quieras que me ponga.
– Vale guapa, a ver lo que podemos hacer.
Abrió mi armario de par en par y empezó a rebuscar entre mi ropa.
Escogió una falda entablillada negra, unas medias del mismo color, un corsé suyo de encaje, unos botines y una chupa de cuero granate.
– Con esto vas a ir que te cagas tía. Póntelo.
Ella se vistió con un vestido ceñido de color azul oscuro y unos tacones negros preciosos. La verdad es que íbamos las dos muy guapas, pero Mia, definitivamente iba deslumbrante. Tampoco llevábamos mucho maquillaje, (si, lo admito, me ha maquillado ella también)  pero era más que suficiente.
– Joder, vamos preciosas.
Mia se rió
– Seguro que impresionamos a todo el mundo. Ala, vámonos, que si no llegamos tarde.

Mi desconexión favorita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora