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Hay amor en los desconocidos.

Cayendo la noche se veía una pequeña cabaña en medio del bosque algo destartalada, en ella se encontraba un pequeño niño de cabellos negros piel morena y pecas en toda la cara.

Su nombre es Ace hace unos días su padre le dijo que se quedara en la cabaña hasta que el volviera ya a pasado una semana desde ese día.

Esta solo en la sala, mirando por la ventana la bella luna, el hambre le a estado afectando demasiado dos días después de que su padre se fue.

No quería desobedecerlo, pues el era lo único que le quedaba pero ya no aguantaba estar más ahí.

Salio de la casa caminando sin rumbo alguno no tenía zapatos por lo que se lastimaba los pies por las piedras y ramas del camino.

Camino por horas muerto de hambre con los ojos opacos y sin esperanzas de vida, sus pies magullado sus brazos llenos de heridas pequeñas por las ramas de los árboles.

Llego a un pequeño lago de agua cristal, que reflejaba la hermosa luna llena, maravillado por su hermosura sonrió con alegría.

Última sonrisa de ese día y del resto de días...



































































O eso creía el.....























































Abrió los ojos cansado sintiendo dolor por todo su cuerpo se sento en la cómoda cama en la que se encontraba analizando todo el lugar, estaba en una pequeña habitación de madera decorada de manera rústica.

Se levantó con cuidado viendo sus pies llenos de vendas, algunas curitas por sus brazos y cara.

Miró la puerta excesiva grande, exaltandose al ver que la abrían; un hombre alto de cabellos amarillo con una mirada perezosa entro a la habitación.

-ya despertaste-yoi, no deberías de andar de pie-le dijo el hombre de manera monótona.

Ace se sento en la cama analizando al hombre frente a el-¿quien eres?-le pregunto sospechando.

-me llamo Marco-yoi, y tu?-le pregunto sentando a su lado, Ace lo miro indeciso por responder-Ace-dijo en un susurro.

-ok, Ace mi padre te encontró al borde de la muerte en el lago; ¿que hacías ahí?-pregunto Marco mirándolo.

Ace pensaba si debía decirle o no, demoro alguno minutos ido-buscaba un lugar donde quedarme-mentira no era.

El rubio asintió-te traeré algo de comida-yoi-una vez dicho eso salio de la habitación sin dejar al menor contestar.

Pasaron algunos minutos Ace se mantuvo viendo la luna a través de la ventana admirando su belleza y libertad. Escucho la puerta abrirse esperaba al rubio pelo de piña pero, en ves de eso apareció un hombre de avanzada edad con un raro bigote.

-hola mocoso, te traje algo de comida-le dijo con una pequeña bandeja de comida en las manos, el pecoso se sento en la cama, el anciano sonriendo se puso a su lado dándole los platos de comida.

-soy Edward Newgate, pero me puedes llamar Barbablanca, ¿como te llamas mocoso?-le pregunto el hombre que lo veía con una enorme sonrisa.

Miró unos segundos al hombre buscando algún rastro de maldad, no había nada de nada-me llamo Ace, ¿por qué te llamas Barbablanca si no tienes barba?-le pregunto confundido por el nombre.

Edward se escho a reír fuerte el niño lo veía muy extrañado-mocoso insolente eso no se pregunta-le dijo con una enorme sonrisa.

Ace asintió aún con la pregunta en la mente, comía con rapidez toda la comida-Marco me contó porque andabas en el bosque, que te parece quedarte conmigo-le menciono con un tono calmado al menor.

Ace paro de comer algo confundido, así de simple se lo pedía, no le parecían malas personas.

Pensó unos minutos-me quedare una semana, si no me siento cómodo me voy-le dijo con confianza, el sabía que era una buena oportunidad quien sabe cuando volvería a encontrar más personas.

El anciano asintió feliz, así Ace convivía con Marco y Barbablanca, descubrió paisajes hermosos en el bosque al igual que a defenderse. Le agradaba bastante la compañía de ambos hombres.

Habían pasado tres días donde la hermosa luna le contaba historias y el le cantaba su día, el bosque era hermoso tranquilo y seguro para el, la serenidad tan tensa le hacía temblar.

3 días junto a Edward descubrió que tiene más hijos aunque ninguno es de sangre, tener un padre ya le pareció horrible pero, tras hablar con Marco descubrió que simplemente no había tenido el mejor ejemplo de padre.

Paso la semana entre risas y pequeñas aventuras que enamoraron a nuestro pecoso, se acercó al viejo sentándose a su lado en un silencio cómodo.

-me quedare aquí-le dijo sin mirarlo, sonriendo como el niño que es amando cada segundo de su vida, a pesar del dolor que tenía por el abandono de su procreador, decidió que fue lo mejor que le pudo pasar.

Edward sonrió viendo al chico-es un placer tenerte aquí-le dijo con total sinceridad y amor.

-claro padre-

Ambos sonrieron viendo a la encantadora luna que presencio la vida del pecoso.

One-shot de One pieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora