Cuando llegue mi turno de morir, desearía que el tiempo se detuviera, desearía que todos sintieran mi ausencia, que el mundo entero llorara mi muerte como si fuese la persona más importante en sus vidas, desearía que cuando ya no exista en este mundo la gente me recuerde con nostalgia y amor. Para mi mala suerte se que eso no existe, ni los reyes ni los presidentes son tan añorados cuando la santa muerte viene por ellos, ¿qué me queda a mí si no soy nada a comparación de ellos? aún así, nada cuesta imaginarlo.
La manera en la que todos siguieron con sus vidas luego de la muerte de Alexandré aún me enferma. Los días en los que solía sonreír suelen ser días extraños, y en las noches me sentía culpable por sonreír, no debía hacerlo, no debía continuar mi vida como todos los demás. Guardo la tristeza de su partida en mi corazón pero también guardaba rencor, lo cual solía amargar todas mis noches, el llanto que comúnmente suele ser por tristeza era reemplazado por la impotencia de no poder hacer nada y la ira que sentía al recordar los últimos momentos que compartimos juntos.
Cargaba a su hijo en mi vientre, un vientre abultado de ocho meses ya muy difícil de ocultar. Era lo único que me sostenía en medio de la soledad. De solo imaginar un futuro cercano en el que solo seremos dos extraños, en donde mi hijo no sabrá quien fue su padre ni quien es su madre, mientras que yo solo podré imaginar su rostro y su futura personalidad en mi cabeza. ¿Tendrá la hermosa sonrisa de su padre o tendrá sus ojos verdes? Quizás se parezca a mi, dicen que los niños suelen ser la versión masculina de la madre, ojalá que no, no quiero que se parezca a mí.
— ¿En qué estás pensando? ¿No te gusta mi regalo? — Jules me saca de mis pensamientos. La única persona que solía regalarme flores era Alexandré. El ramo de rosas de color negro que Jules me ha obsequiado me llenó de sensaciones del pasado.
— Un hombre a punto de casarse no debería regalarle flores a otra mujer. — dije mientras tomaba las flores.
— El aire fresco te sienta mejor.. te regalo flores por tu cumpleaños, no todos los dias se cumplen veinticinco.— ignora mis palabras mientras se acerca a acariciar mi vientre abultado.— aquí tienes mejor semblante..
¿Mi cumpleaños? Ya lo había olvidado por completo, pasar tanto tiempo encerrada en cuatro paredes ya me estaba pasábamos factura.
La señora Belmont decidió que ya era hora de escapar de París e irnos a la riviera para alejarnos un poco del bullicio y el aire contaminado, oh bueno, más bien fue una excusa luego de que las negociaciones por la posible venta del conglomerado Belmont llegasen a los medios plagadas de un "intento" por borrar las evidencias sobre el caso de malversación de fondos en contra de Jules. Escuché que harían lo posible por alargar el caso todo el tiempo que sea posible hasta que las cosas se calmen, este caso podría durar años y años.
— Extrañaba esto. — respondo— Y Pierre no está, eso me tiene muy contenta. — Jules sonríe. — ¿Cuando vendrá François, te ha dicho algo?
— No lo sé, con François nunca se sabe, pero vendrá cuando se canse de las fiestas y de malgastar el dinero de la familia.— Sin la presencia de François y Pierre realmente se siente un aire diferente. La señora Belmont anda bastante ocupada organizando la boda de su primer hijo junto a su nuera Irene, gracias a ello siento que puedo respirar con libertad, aunque no del todo porque Jules no se despega de mi lado. — Iré a los establos, deseo ver a mis caballos, uno de ellos esta gravemente, confirmaré su condición, aunque desearía que se salve, ¿vendrás conmigo?
— Pondré las flores en agua, luego descansaré un poco, ver caballos no me emociona para nada.— sonreí forzosamente tratado de lucir amable para luego darme vuelta y marcharme rumbo a mi cuarto, pero cuanto me cuesta fingir amabilidad estos días.
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The million dollar man
RomanceEsta es la historia de Salomé, una joven de veinte años, quien navegando por sus redes sociales llega a entablar una amistad con un hombre diez años mayor que ella; ambos hablan sobre sus vidas, la felicidad, el amor y cuales son sus propósitos. Ent...