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Capitulo Nueve.

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  SUS OJOS estaban atentos al claro marrón del pelaje de un ciervo a larga distancia. El mismo andaba despreocupado entre la espesura del bosque, sin percatarse de que tenía al mayor depredador del mundo animal a solo un par de metros de él.

  Agudizaba la mirada como la audaz cazadora en la que se había convertido y, sigilosa, fue moviéndose entre árbol y árbol hasta estar a pocos pasos del ciervo.
  Carlisle observaba cómo su compañera atravesaba el bosque de una manera elegante y sin problemas de por medio; su cabello ondeaba con la brisa y sus ojos anaranjados brillaban con deseo ante el animal frente a ella, maravillando cada vez más al vampiro.

  Orgulloso, vió como la hermosa vampiresa se abalanzaba sobre el cuerpo del animal, encerrandolo con sus brazos y deleitándose con su dulce sangre.
  Dahlia se limpió con la mano sus labios, los cuales chorreaban gotas de la sangre de aquel animal, quién yacía muerto entre la vegetación.

— Quiero más — dijo codiciosamente, observando su entorno en busca de otro presa.

— Entonces corre, aquí eres libre— Carlisle se había apoyado con su hombro sobre un viejo árbol, mientras sus brazos se encontraban cruzados, pendiente a las acciones de la vampiresa.

  Una sonrisa traviesa surcó el rostro de la joven, mientras se preparaba para comenzar a correr, siguiendo las indicaciones del rubio.

  Su cabello se movía con finura, mientras el frío viento de Forks chocaba su rostro con delicadeza. Sus pasos eran fuertes y firmes, atenta a cada corazón que pudiera escuchar: los pájaros no serían una opción, éstos tienen poco de qué alimentarse; por otro lado, las ardillas le resultaban molestas y poco apetitosas.


  Sus pasos se detuvieron inesperadamente para su compañero, quién la seguía de cerca. Dahlia había encontrado otra presa y una muy grande. Fuertes pisadas retumbaban en el bosque y gruñidos se oían en la lejanía. Los pájaros volaron de sus nidos cuando un enorme oso se apareció invadiendo su hábitad.
  Dahlia miró al animal, saboreando dicho manjar antes de siquiera probarlo.
  Sin esperar ni un solo segundo más la vampiresa corrió a paso veloz, montándose en el lomo del animal y clavando ferozmente sus colmillos en éste, mientras los alaridos de dolor escapaban del hocico de la bestia, quién caía sobre el césped luego de ser drenado por completo.

— Has mejorado mucho, querida — opinó el vampiro, viendo cómo su compañera caminaba hacia él luego de degustar al animal.

— Gracias, espero algún día tener el hermoso color que tienen tus ojos— comentó ella, acercándose y marcando al hombre con un dulce beso que lo dejó deseoso de más — ... Que raro olor— comentó luego de unos minutos.

Princesa  || Carlisle Cullen   ¡PAUSADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora