☆ 08

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ᯓ★୭ ˚. ᵎᵎ

JungKook se tambaleaba por las calles, con su sueldo que ganaba con trabajos independientes, compró una botella de tequila y luego llamó a un traficante que pudiera darle un poco de su "despertador".

Se sentía torpe y acelerado por la adrenalina que corría en sus venas, no sabía dónde estaba yendo, sus sentidos estaban hipersensibles.

El efecto del alcohol era casi desapercibido por la droga, vacilándose en la ciudad por unas horas, maldiciendo a la gente que pasaba quedando como un loco.

Alzó su mirada, no supo en qué momento terminó dentro de un hotel.

Pero parecía que sus pies se manejaban solos, corrió las escaleras hasta llegar al piso 56, la habitación 299.

Tocó el timbre desesperado, no sabía que estaba haciendo con exactitud.

—¿Quién molesta a esta hora?—Exclamó Park, frotándose un ojo, el cabello rubio desaliñeado, sus labios pomposos, la misma cara angelical que alguna vez tuvo para el mismo, en un muy corto tiempo.—¿JungKook?—Preguntó abriendo sus ojos, notó el ojo hinchado del contrario, su labio partido y su nariz con sangre seca en ella.

El menor empujó a JiMin dentro del apartamento, mientras quitaba su cinturón y lo lanzaba al suelo.

—Quiero que me la chupes.

Estaba tratando de bajar sus pantalones mientras miraba al rubio, el cual notó de inmediato las pupilas dilatadas del pelinegro, e intentó detenerlo antes de que cometiera algo de lo que seguramente se arrepentiría, tomó la muñeca del menor, sintiendo su pulso demasiado rápido.

—JungKook, no.

—¿Qué? ¿Ahora eres tímido?—Preguntó acercándose a su rostro, desafiante, tratando de intimidarlo.

El rubio hizo lo primero que se le vino a la cabeza y le dió una bofetada, para poder hacerlo recaer en sus sentidos.

No fue fuerte, pero el muchacho estaba tan estimulado que sus piernas se aflojaron, cayendo al suelo.

La respiración de JiMin comenzó a entrecortarse entre los segundos en silencio incómodo, notando como al vocalista de su banda rival, le costaba ir hasta el sofá para poder sentarse.

Después de unos minutos, Park se encontraba estático, hasta que escuchó el sollozo de quien alguna vez fue su confidente más grande.

Cada vez su voz se volvía más fuerte y quebrada.

—No sé que me pasa, sólo quiero que me deje en paz.—Empezó a titubear mientras se agarraba del cabello con fuerza.

El más bajo se sentó a su lado, no sabiendo que hacer con exactitud.

—Pensé que nunca volvería a levantarme la mano pero, lo hizo.—No era capaz de mirarle a los ojos de la vergüenza.—Lo peor, es que ya me acostumbré bastante, ni siquiera me siento capaz de luchar devuelta, sólo dejo que suceda.—Se pasó las manos por la cara, regañadientes.—Soy un maldito cobarde, debí haberle roto la mandíbula apenas pude.. Es por eso que el nunca me quiso, porque soy una plasta.

—JungKook, mírame, ¿bien?

El joven obedeció, sus grandes ojos estaban llenos de lágrimas cuando volteó al más bajo, el cual tomó su mejilla con delicadeza.

—Estás drogado y borracho, dices cosas sin pensar.—Su voz era suave, podía derretirse en ese instante.—No elegiste la familia que te tocó, nunca serás cobarde por no haber sabido cómo salir de esto.

JungKook estaba inmerso en sus emociones, sólo miró los labios de JiMin y la dulzura de sus palabras que lograban confortarlo.

—Por favor, no te tortures por algo que nunca fue tu culpa.

Park nunca vió al contrario tan vulnerable, el siempre era engreído, carismático y rebelde, una parte de él le dolía como el infierno verlo así.

Pasaron segundos nuevamente, antes de que él menor estampara suavemente sus labios contra los suyos.

JiMin estuvo sorprendido al principio pero, después el inició el beso, chupando levemente el labio inferior del contrario.

No fue sorpresa que la situación escalara, pues el pelinegro ya lo había recostado sobre la tela del sofá.

Acarició su abdomen debajo de la polera mientras atacaba su cavidad bucal, haciéndolo gemir suavemente.

No eran como esas caricias brutas cuando tenían sexo oral, esta se sentía distinta.

JiMin posó su mano sobre su cabello acercándolo más a el mientras enredaba sus piernas en su cintura, ladeando su cabeza para que tuviera más acceso.

—Perdóname, JiMin.—Susurró el contrario, quebrando la intimidad para luego levantarse.

—¿No quieres que vaya a dejarte a tu casa?—Preguntó, genuinamente preocupado por él.

—Iré con cuidado.

Luego de eso, se marchó.

El rubio se quedó en el asiento, recostado, mientras tenía miles de dudas cruzando por su cabeza.

Era la primera vez que se besaban en años, habían llegado al acuerdo de nunca hacerlo.

Pero, esa noche ambos rompieron su promesa.

bring it bastardz! • kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora