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—Debes comportarte bien, los señores de Invernalia no nos visitan mucho y hospedar a los Stark aquí podría sernos beneficioso para el Valle, yo hablaré a solas con Lord Rickon y tu te encargarás de sus hijos...
Gael la imitó en silencio haciéndole burla mientras caminaba detrás de ella, uniendo sus manos por delante.
Ser Erryk Cargyll que había sido nombrado su protector hace cuatro años cuando llego al Valle para ser pupila de Lady Jeyne Arryn, escondió su sonrisa y golpeó suavemente el el hombro de la princesa cuando llegaron afuera para recibir a los Stark.
Pronto Gael adoptó la postura que estaba acostumbrada a tener en Desembarco del Rey cuando su madre la obligaba a pasar tiempo con ella y sus doncellas, pero pareció ser bastante tarde para esconder su comportamiento poco princepesco porque los hijos de Lord Stark la miraban con diversión.
—Lord Stark —Lady Jeyne lo saludo con amabilidad— es un placer tenerlo en el Valle.
El hombre, de contextura grande y mirada severa se acercó a ellas.
—Lady Jeyne —dijo con voz gruesa, saludo a la mujer con respecto y luego miro a Gael— princesa.
Gael se inclinó levamente como muestra de respeto, pero su atención se desvío detrás de él donde sus hijos la miraban con curiosidad. Uno aparentaba tener su edad y el otro parecía más joven que su hermano Aegon. Ella les regaló una sonrisa mostrándole sus dientes torcidos.
El mayor le devolvió la sonrisa mientras el otro se escondía detrás de su hermano.
—Estos son mis hijos —Lord Stark los presento, poniendo una mano en el hombro del mayor y acercándolos a ellos— Cregan, mi hijo mayor y Beron, mi hijo menor.
—¿Gael, por que no le muestras a los muchachos los alrededores?
La niña asintió y se acercó a Cregan, lo tomo repentinamente de la mano y lo obligó a seguirlo. Beron fue corriendo detrás de ellos.
Ser Erryk los siguió un paso por detrás, apenas había sido nombrado caballero junto con su gemelo, pero a cada uno se le había puesto la responsabilidad de cuidar de los hijos del Rey. Gael por su parte era una niña buena y el tenía la responsabilidad de entrenarla, pero no podía afirmar lo mismo sobre Aegon, era un niño mimado y egocéntrico, que solo su hermana estaba dispuesta a poner en su lugar.
—¿Quieren ver las celdas? —ella preguntó soltando la mano de Cregan y mirándolo con emoción— ¿O a mi dragón?
—¿Tienes un dragón? —Beron le preguntó con la misma emoción, dejando su timidez atrás.
—Si —Gael respondío con orgullo— se llama Boash. Este año pude montarlo, los Guardianes de Dragón dicen que soy muy buena, pero aún no es tan grande como para ensillar a dos.