Capítulo 5

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A la noche siguiente yacían mis invitados en el inmenso comedor gótico de mi castillo. Un candelabro grande colgaba sobre nosotros, lleno de vela en compañía con las de nuestro alrededor alumbraban el lugar. El fuego cálido de la chimenea nos cubría del incesante invierno que nos esperaba fuera del castillo. Varishka, el Gran Duque en compañía de su tercera y joven esposa, y mis padres, éramos quienes nos encontrábamos cenando entre pláticas y risas.
—Debo preguntar, si no es impertinencia de mi parte.... ¿Cómo lo hace?— preguntó Lavinia, la actual esposa de Velkan a mamá.
—¿Cómo hago qué cosa?— respondió mamá con una pregunta y una sonrisa nerviosa.
—Para permanecer joven. Digo, sólo mírala, Velkan. Es tan joven cómo lo es Varishka—

Mamá estaba incómoda por tan imprudente pregunta, en cuanto a papá, ya comenzaba a notarse en su mirar un disgusto fulminante por ellos. Pero lo que más llamó mi atención,  fue la mirada del Gran Duque sobre mi madre. No era una mirada coqueta, si no, tratando de descifrar porqué, como bien dice Lavinia, mi madre sigue siendo tan joven.
Él sabe que hay un secreto muy importante y valioso sobre la mesa, pero jamás tendría el descaro de preguntarlo.
—Agua de rosas— habló una suave voz a la que todos volteamos a ver.     —Lavinia, yo creo que se trata de agua de rosas, ¿no es así, señora?— volvió a decir.
Mi madre le sonrió en alivio y asintió en señal de acuerdo.
—Me gusta mucho utilizar agua de rosas, la sábila y agua de arroz sobre mi rostro. Esto me ayuda a desaparecer cualquier marca de edad y me da un suave brillo natural—
—No sabía del agua de arroz y la sábila, pero le aseguro que llegando a casa será lo primero que haré—

Para evitar más preguntas de ese tipo, me levanté de mi silla y eleve mi copa que con una cuchara la golpeé para hacer un brindis.
—Primero, quiero darles las gracias de que hayan asistido y me hayan acompañado a la cena de esta noche. Velkan, es un privilegio para mi que seas un gran colega del que pueda aprender....—
Es mentira, él debe aprender más de mi que yo de él en cuanto al trabajo.
—Pero, la razón principal de que los invité a todos ustedes, es porque.... quiero que Varishka sea mi esposa— dije observandola.
Ella llevó sus manos a su bella sonrisa para esconder el enorme entusiasmo que siente, y que el rojo de sus mejillas delatan.
El resto sonrió, incluso a mis padres les costó hacerlo pero finalmente cedieron y aplaudieron.
Caminé hasta ella y de rodillas tomé el anillo que llevaba en mi sacó.
—¿Qué dices, Varishka. Me concedes el honor de ser mi esposa y condesa?—
Fue imposible para ella no emocionarse.
—Si.... si quiero ser tu esposa, Vlad— respondió.

Coloqué el anillo en su dedo y ella se lanzó sobre mi abrazándome, el cual yo con una gran alegría respondí.

Cuando los van Helsing se fueron, me quedé a solas con mis padres. Ellos no estaban en total acuerdo, pero trataban de convencerse de que yo estaba haciendo lo correcto para mi felicidad.
—Solo te diré una cosa, Vlad— dijo mamá con firmeza.      —No bajes la guardia, por favor. Sé feliz con ella, vive con ella hasta que el tiempo se los permita, pero por favor.... por favor, regresa a casa, a mi—
Fue su bendición.
Tan dulces palabras de una madre que ama a su hijo y que se preocupa por él, incluso, aunque él ya esté grande, ella siempre espera su regreso a sus brazos.
—Todo estará bien, mamá— respondí abrazándola.

En la cacería de esta noche, sentí algo extraño, ya que mientras saciaba mi sed con la dulce sangre de una persona, sentí la mirada de alguien sobre mi, pero no pude ver a nadie que me observara, así que no presté mucha atención y seguí alimentándome.

Las siguientes semanas fueron de presión en cuanto a la boda. Mi madre y Lavinia organizaban los preparativos para el gran día que se llevará a cabo dentro de un mes, aunque Varishka quería que la boda fuera en la iglesia, yo la persuadí diciéndole que no estaba bautizado, por ende, la ceremonia será en el castillo del Gran Duque que insistió de que así fuera.

Susurros de los inmortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora