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- ¡Kaidan! despierta ya, por favor.- escucho la vocecilla de mi hermana y noto que me agita los hombros.
- ¿Que...qué pasa?- digo desperezandome.
- Es mamá. No... No se despierta..
-¿¡Qué?!
Salté de la cama y corrí a la habitación de mi madre.
Estaba pálida.
- ¡Mierda, Mamá! ¡Despierta, joder!- las lágrimas empezaron a salir.
No podía creer que mi madre estuviera... No, no podía ser.
-¿Qué le pasa, Kaidan?.- la cabeza de mi hermana asomaba por la puerta.
-Nada Emma, espera fuera.
-Pero...
-¡Que te vayas fuera!.- grito sin pensar.
Mi hermana, sorprendida y algo asustada.
Me lanza una mirada que nunca le había visto. Quizas porque yo nunca, repito, nunca me he peleado con mi hermana. Ella es mucho mas pequela que yo, y no hemos tenido problemas.
Esa mirada... Me dolió. Y...joder.
Sale rápidamente de la habitación cerrando de un portazo.
Respiro profundamente y llamo al hospital desde el teléfono de la mesilla de noche.
A los diez minutos, llega.
Recogen a mamá en una camilla y la bajan a la ambulancia.
-Emma, voy al hospital. Vete a casa de la vecina.
- ¡No quiero, déjame en paz!
- Emma... Lo siento. Por favor. Están esperando abajo, y mamá necesita ayuda.- le digo con voz tranquila.
Mi hermana abre la puerta de su habitación lentamente y sin mirarme, corre por las escaleras.
Me aseguro de que entra en casa de nuestra vecina y vuelvo a casa.
Cojo mis llaves, móvil y cartera y me subo en la ambulancia.
No quiero saber lo que me espera...
