― ¡¿Dices que es mi prometido?!.
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― ¿En este lugar?.
― Si, después de que aprendas un poco más en el instituto podras venir, Shoto.
― Está bien. ― Shoto odiaba no recordar nada ¡Quería trabajar!, pero no podía todavía.
Bakugo había llevado al bicolor a entrevistas de trabajo, ya que el bicolor no recordaba nada de si el lo iba a acompañar.
Gracias a su empresa podía conseguir un trabajo en una empresa importante en está ciudad. Los trabajos en está eran para el mes que viene gracias a un amigo de su padre podía ayudar a shoto.
Lo que no esperaba era ver a cierta persona ahí.
Maldita sea.
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― Buenas tardes, venimos a hablar con la jefa del piso 3.
― Si, lo siento. La señorita ahora no se encuentra, puede esperar si gusta.― informo la recepcionista.
― Está bien, gracias.― agradeció bakugo.
Bakugo tomo la mano de Shoto y se sentaron.
Pasaron alrededor de unas horas y nada, por lo cuál bakugo fue y pregunto si se tardaría más a lo cuál solo le respondieron que no sabían.
El rubio tenía poca paciencia y enpezaba a hartarse de estar ahí y eso shoto lo noto. A lo que sus amigos le dijeron bakugo solía gritar mucho y se enojaba fácilmente.
No quería escuchar a este gritar como loco.
- Podemos venir luego, ¿no?. - Hablo Shoto que para esto ya tenía tres horas sentado y una hora escuchando maldecir al cenizo.
― No, shoto. Tiene que ser hoy si o si.
― Estás cansado. ― Y el también, shoto también estaba cansado pero de escuchar al otro quejarse.
― ¡Shoto, no estoy cansado!. ¡Me enoja que la imbécil le dijera a mi padre que a las 10 y ya son las dos!.― grito.
― Entonces no tenemos porque estar aquí. ― si era sincero, el que quería irse era el. ― además, tengo hambre.
Bakugo solo sonrió y nego.
― Está bien, entonces vámonos ya.― Bakugo tomo la mano de Shoto para irse de una vez.
Justo cuando iban a salir vio entrar a cierta rubia la cuál sonrió apenas lo vio.
― Mierda.― susurro el cenizo.
― Que sucede?. ― pregunto el bicolor que paraba al igual que el otro.
La rubía se apresuro a entregar uno papeles a cierta chica que estaba a su lado.
― Escúchame, shoto. Cuando pasemos por ahí me voy a detener y tu vas a pasar de largo. ― hablo mientras le ponía su sudadera.
― ¿Por qué?.
― ¡Solo hazlo!.
Shoto no dijo más y asintió.
― ¡S-señorita himiko! ― grito la chica detrás de está a la cuál le había dado todos los papeles. ― ¡Tiene que terminar los informes!