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5 años atras

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5 años atras

La pantalla del televisor parpadeaba con luces brillantes y sonidos digitales mientras yo me concentraba en mi videojuego. Era una de las pocas cosas que me permitían escapar de la realidad, aunque fuera por un rato. La habitación estaba en silencio, excepto por los efectos de sonido y el leve zumbido del ventilador.

De repente, escuché el crujido de la puerta principal abriéndose. El sonido me hizo tensar los hombros, aunque intenté no apartar la vista de la pantalla. Sabía lo que significaba: mamá había llegado. Apagué la consola y me quedé quieta, esperando. Sabía que había algo mal en la manera en que ella entraba, en ese paso vacilante y descoordinado que resonaba en la madera desgastada del piso. El sonido de sus tacones golpeando el suelo en una secuencia irregular era como un reloj descompuesto, un aviso de lo que estaba por venir.

La vi entrar tambaleándose, con el maquillaje corrido y el labio hinchado. Tenía un corte en la mejilla y la ropa desgarrada en uno de los hombros. Mi corazón se hundió al verla así, pero traté de mantenerme calmada. Este no era el primer episodio, pero cada vez que sucedía, la sensación de impotencia me golpeaba con la misma fuerza.

—Mamá... —dije suavemente, dejando el control a un lado y levantándome del sofá. Me acerqué lentamente, como si cualquier movimiento brusco pudiera hacer que todo se derrumbara.

Ella se tambaleó hacia la mesa, soltando un suspiro ronco que olía a alcohol, y luego se dejó caer en la silla más cercana. Sus manos temblaban mientras intentaba encender un cigarrillo, pero no lograba mantener la llama fija. Me acerqué a ella, tomando la caja de cerillas de sus manos.

—Déjame ayudarte —murmuré, encendiendo el cigarrillo por ella y llevándoselo a los labios.

Mi madre inhaló profundamente y dejó escapar el humo en una nube gris que se dispersó en la tenue luz del comedor. La veía tan frágil, tan rota, como un reflejo distorsionado de lo que alguna vez había sido. Era difícil recordar los días buenos, cuando me sonreía y me acurrucaba en su regazo, cuando todavía quedaba algo de luz en sus ojos.

—¿Quién fue? —le pregunté, aunque en el fondo ya sabía la respuesta. Era una pregunta retórica, una forma de intentar comprender lo incomprensible.

—No importa, cielo, no importa —dijo con la voz rota, mientras se dejaba caer en el sofá de la sala, su cuerpo encorvado como si el peso del mundo la estuviera aplastando.

Me acerqué a ella, sintiendo cómo las lágrimas quemaban mis ojos, pero las contuve. No podía permitirme llorar, no cuando mamá me necesitaba fuerte. Tomé un trapo limpio de la cocina y lo mojé con agua fría, acercándome a ella para limpiar la sangre de su rostro.

—No deberías verme así —murmuró mientras yo limpiaba cuidadosamente el corte en su labio, tratando de no hacerle más daño del que ya había sufrido. Su voz era casi un susurro—. Eres una niña, no deberías estar haciendo esto.

Toxic Ties [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora