¿Qué pasa cuándo las luces se apagan?
En mi ciudad, cuando las luces se apagan significa peligro, terror y muerte.
Necesitas salvar tu vida, mantenerte a salvo, ganar esta lucha.
Él sale durante las noches, merodeando las calles sin temor alguno, muchos mencionan que va tarareando una canción junto a una macabra sonrisa, llena de sadismo y deseo de matar a alguien.
No he tenido la dicha de encontrarlo pero se que si llego a hacerlo no saldré vivo.
Simone, mi madre, me deja recostado en mi cama, besa mi mejilla y se retira a resguardarse en su habitación con mi padre, Gordon.
Yo por mi parte me resguardo bajo mis sábanas negras, hasta la nariz, mirando la luz de la luna que entra a través de mi cortina.¿Cómo es él? Me preguntó, todos aquellos que lo han visto amanecen muertos al día siguiente con una herida abierta en la mejilla.
Se ha identificado como el símbolo de la muerte.
Doy la vuelta sobre mi cama mirando hacia la puerta, intento conciliar el sueño pero es imposible. Resignado, me levanto de la cama y me siento bajo mi ventana, mirando las calles vacías, aburrido, hace frío, al momento de querer cerrar la cortina un ligero canto me detiene.
Ven a mí
Camina hacia mí
Ante mis pies caerás
Y tu cuello voy a cortar
Me estremecí, era él, rápidamente me aleje de la ventana y me recosté en mi cama de nuevo cubriendome todo con la sábana.
Mi respiración era agitada, estaba asustado. Conté hasta 20 intentando calmarme hasta que recordé que no cerré la ventana, apreté la sábana entre mis manos, pensando seriamente si debería ir y cerrarla o quedarme aquí.
Pasaron unos diez minutos dónde todo lo que escuchaba era mi respiración, me arme de valor y retire lentamente la sábana de mi cara.
Grave error
Frente a mi estaba una silueta alta, pude identificar una gorra, bajo ella unas rastas bastante largas, ropa demasiado ancha y una navaja en mano.
Definitivamente estaba muerto.
Su rostro no lo podía observar, estaba agachado.
-No me hagas daño, te lo suplico.- estaba aterrado, mis lágrimas no tardaron en salir.
Su rostro se alzó y en el se mostró una sonrisa de oreja a oreja, con un pequeño piercing adornando el labio inferior.
-¿Yo hacerte daño?- su voz era demasiado gruesa y transmitía una falsa indignación.
Intenté gritar pero su enorme mano cubrió mis labios impidiendo que lo hiciera, lloraba desesperadamente, intenté golpearlo pero fue más rápido y sujetó mis manos con su mano desocupada.
-Joder, odio cuando lloran, deja de hacerlo y no te morirás ahora.
Asentí frenéticamente solo para que me soltara.
Volvió a sonreír y se sentó en mi cama mirándome fijamente, no podía ver sus ojos pero sabía que no apartaba su mirada de mi en ningún momento.
Lentamente guardo el arma en su pantalón y cruzó los brazos mirándome.-Tú tienes algo que yo quiero.- dijo unos minutos después.
Moví la cabeza confundido.
-¿Yo?
-Si querido, tienes algo que me llama la atención, te he estado observando y no puedo dejar de pensar en ti, tienes algo que quiero y es a ti, te quiero para mí.
Abrí los ojos demasiado sorprendido ¿Qué clase de droga extraña se metió para decir algo así? ¿Quererme a mi?
-No te confundas, no me gustas ni nada, solo quiero probarte.- hablo de nuevo pero está vez con voz más amable.
-Y-yo...no-
Intenté hablar pero nuevamente me interrumpio solo que está vez con sus labios.
Un beso.
Eso era, mi primer beso con el asesino más buscado de la ciudad.
Mis labios no reaccionaban, mi cuerpo estaba paralizado, él puso sus manos en mi nuca para acercarme más a él, más íntimo.
No era un beso suave, todo lo contrario, era rudo y lujurioso, él jadeaba excitado y cuando por fin mi cuerpo reaccionó lo empuje lejos de mi.
-¿¡Qué mierda quieres!?
Él sonrió y se acercó antes de susurrar sobre mis labios.
-A ti...
Volvió a besarme y está vez no me resistí, me comenzaba a gustar y eso era extraño.
Besar los labios de un asesino.
Sus manos comenzaron a quitar mi ropa desesperadamente, no eran toques tiernos, sus manos eran rasposas y no tenía cuidado, pero lejos de incomodarme me excito.
Me recostó sobre mi la cama y comenzó a frotar nuestros cuerpos.
No sabía lo que hacía, o tal vez si, pero me gustaba demasiado para detenerlo, no era igual a una masturbación, era mucho mejor, durante el acto él no dejo de besarme, los labios, el cuello o mi hombros.
Llegué al punto donde olvide que estábamos en la casa de mis padres y comencé a gritar por más, más contacto, más fuerte, más de él.Nunca había probado el sexo, a mis 17 años era totalmente virgen hasta este momento, tampoco había sentido atracción hacia los chicos nunca, pero con él fue totalmente diferente, le deseaba, le deseaba como hombre.
Me corrí frenéticamente abrazando su espalda demasiado fuerte, esperando a que él placer dejara de inundar mi cuerpo.
No termino dentro sino en mi estómago, pego su frente a la mía jadeando y beso mis labios con dulzura.-Fue fantástico.- no tuve tiempo de decir lo mismo cuando rápidamente se colocó su ropa y se acercó a mi ventana para irse.
-¿Nos volveremos a ver?- le pregunté cuando comenzó a salir.
-Tal vez.
-¿Cómo te llamas?- le pregunté por último, después de todo lo que hicimos no sabía su nombre.
-Tom.- susurro para luego desaparecer.
Mire mi ventana unos minutos hasta que me recosté.
¿Se podía extrañar una mirada que no conocí?
No sabía la respuesta.
Pero solo a mi, Bill Kaulitz, se me había ocurrido compartir intimidad con un asesino.
¿Lo peor de todo?
Deseaba que se repitiera.
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¿Qué Pasa Cuándo Las Luces Se Apagan? (TOLL,TWC NR)
Short StoryBienvenido a Stuttgart.