Capítulo 51: Un Refugio en el Norte

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Capítulo: Un Refugio en el Norte

148 d.C

Cinco años habían pasado desde la trágica muerte de Alia, y el reino continuaba su curso, aunque marcado por la ausencia de grandes enfrentamientos. Mientras Rhaela se sumía en su dolor y venganza, los acontecimientos tomaban un giro inesperado en Desembarco del Rey.

Alicent, la madre de Daeron y abuela del pequeño Viserys, había visto cómo la guerra y las intrigas consumían a su familia. Su mente, ya frágil por los años de tensión y conflicto, se resquebrajaba cada vez más. Con el corazón lleno de temor por la seguridad de su nieto, tomó una decisión desesperada.

En una fría noche, Alicent huyó de Desembarco del Rey junto a su nieto Viserys. Con un pequeño grupo de leales, atravesaron las tierras del reino hasta llegar al Norte, buscando refugio en el único lugar donde creía que podrían encontrar paz: Invernalia.

El viaje fue arduo y peligroso, pero Alicent estaba decidida. Sabía que solo había una persona que podía garantizar la seguridad de su nieto: Rhaenyra Targaryen, la reina a la que había traicionado tanto tiempo atrás.

Cuando finalmente llegaron a Invernalia, fueron recibidos con desconfianza. Sin embargo, la presencia del pequeño Viserys, con sus rasgos que recordaban a su madre Alia y a su abuela Rhaela, ablandó los corazones de los norteños.

Alicent fue llevada ante Rhaenyra. La reina, ahora más madura y con cicatrices de años de lucha, observó a su antigua rival con una mezcla de sorpresa y cautela.

¿Qué te trae al Norte, Alicent? - preguntó Rhaenyra, su voz firme pero curiosa.

Alicent, con el pequeño Viserys en brazos, se arrodilló ante Rhaenyra, sus ojos llenos de lágrimas.

He venido en son de paz, mi reina - dijo Alicent con voz temblorosa. - Acepto tu reinado y te presento a mi nieto, Viserys, hijo de la difunta Alia, tu nieta.

Rhaenyra miró al niño, que la observaba con inocencia. Sus rasgos eran inconfundibles, un recordatorio doloroso de la pérdida de su nieta, pero también un símbolo de esperanza y continuidad.

Levántate, Alicent - dijo Rhaenyra suavemente. - La guerra nos ha quitado demasiado. No deseo más odio ni venganza.

Alicent se levantó, sus ojos encontrándose con los de Rhaenyra. Ambas mujeres, marcadas por el dolor y las pérdidas, compartieron un momento de entendimiento silencioso.

Te perdono, Alicent - continuó Rhaenyra. - Por el bien de este niño y por el futuro de nuestro reino. Aquí encontrarás refugio y paz.

El alivio llenó a Alicent, y por primera vez en años, sintió una chispa de esperanza. El pequeño Viserys, ajeno a la gravedad de la situación, sonrió a su abuela y a la mujer que ahora lo protegía.

Rhaenyra ordenó que se prepararan aposentos para Alicent y su nieto, y así, en el frío y austero norte, se comenzó a tejer una nueva historia de reconciliación y redención. Aunque las cicatrices de la traición y la guerra no se desvanecerían fácilmente, en Invernalia se abrió un nuevo capítulo, uno en el que el perdón y la paz podían ser posibles.

El último dragón: La casa del dragónWhere stories live. Discover now