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1 | La tienda de mangas

KANA

La campana sonó cuando abrí la puerta del local. Con una sonrisa, saludé al hombre que estaba detrás del mostrador. Él me devolvió el saludo con un asentimiento y fue mi señal para colarme entre los estantes.

El local era una vieja tienda de mangas, tenía una gran variedad de ellos. Hori, el dueño, me dejaba leerlos allí y así es como pasaba gran parte de la tarde. Me escabullía entre los muebles de madera oscura y me escondía entre historias.

—¿Buscas algún tomo en especial? —me preguntó el hombre desde el otro lado. Me asomé y dibujé una sonrisa.

—Ha salido el nuevo de One Piece —le informé, volviendo la vista hacia la estantería.

Escuché la risa de Hori y volví a asomarme, enarcando una ceja. En sus manos me mostraba el tomo que le había dicho.

—Has tenido suerte, lo han traído esta mañana —corrí hasta él para tomarlo.

—Como me conoce, señor Hori —le dije como agradecimiento.

Con el manga en mis manos, me dirigí a la esquina del local donde había un puff que ya habíamos bautizado como mío. Justo al lado una ventana que me dejaba ver la gente paseando por las calles de Tokyo. Me senté en puff y me sumergí en la lectura.

Mi casa ya no era un lugar que me gustaba estar. Solo vivíamos dos en ella, y cuando mi madre no estaba, me sentía demasiado sola. Desde que había descubierto la tienda de Hori, se convirtió en mi lugar seguro.

La campana de la entrada volvió a sonar, esta vez dejando paso a un chico con el cabello teñido de rubio. Saludó al hombre y se dirigió a las largas estanterías. Estuvo un buen rato yendo de un lado a otro, buscando algún manga en concreto.

Levanté la vista hacia Hori, solo para encontrármelo subiendo y bajando las cejas mientras me señalaba con la cabeza al chico. Rodé los ojos, divertida. Hori siempre decía que me hacía falta un novio para que me regalara flores y me hiciera feliz, yo siempre le decía que eso ya no ocurría.

Igualmente le hice caso y me levanté, yendo dirección al chico.

En cuanto lo vi, lo recordé de algún lugar. Sus ojos no eran ni verdes ni azules, eran turquesa, y aquello me maravilló. Por desgracia, su flequillo tapaba gran parte de ellos y no me dejaba contemplarlos bien.

—Hola —este dio un brinco por el susto y agarró con fuerza el manga entre sus manos. Su rostro se había puesto rojo y me miraba como si fuera un trozo de cáscara en medio de un omelette—. ¿Puedo ayudarte a buscar?

—¿Trabajas aquí? —había desviado la mirada para dejar el manga en su sitio.

—No, solo me conozco el sitio como la palma de mi mano —él me miró con atención. Pensaba que me estaba juzgando, pero su mirada desprendía curiosidad. Pronto sonrió y volvió a dirigirme la palabra.

—Entonces, estoy buscando...

Así nos pasamos un largo rato buscando su manga, al parecer no era demasiado conocido, ni siquiera yo sabía a cuál se refería. Finalmente, y con la ayuda de Hori, lo encontramos.

—Mh... Me gusta la sinopsis —comenté luego de leer la contraportada—. Tal vez me lo lea —le entregué el manga al chico.

—Si vuelvo a verte, te diré mi opinión —me aseguró él.

—Bien —le sonreí.

—Por cierto, creo que no me reconociste, soy Chifuyu Matsuno —extendió su mano hacia mi—. De la clase B —Elevé las cejas, por eso se me hacía conocido.

Stay - Chifuyu MatsunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora