Suponiendo que no estuviéramos en medio de una guerra entre todas las criaturas del otro mundo, podría incluso sentir culpa de estar a hurtadillas a un lado de la puerta de la habitación de los reyes, ser una princesa no era todo beneficios y lujos, de eso puedo estar segura.
Lo peor de la situación era no ser informada de nada y tampoco ser tomada en cuenta, tener 16 años no era una excusa ya que estaba más que preparada para participar en cualquier reunión real.– ¿Que haremos? Van a lograr cruzar en cualquier momento.....— Tenía que hacer un esfuerzo por no hacer ningún sonido mientras espiaba la conversación de mis padres en su habitación, no pueden culparme, la curiosidad me consumía cuando escuchaba tan angustiada a mi madre— ¿Que querrán? ¿Por que están haciendo esto? se supone que estamos en paz.
– Yo tampoco logro entenderlo, pero mientras solo queda defender al reino y que nuestra querida Stella salga de su escondite, ya he sentido su presencia hace un rato.— A pesar de que lo había dicho con tanta calma yo sabía bien que mi padre estaba enojado conmigo en este momento, odiaba que espiara y yo lo hacía bastante seguido.
– Yo venía a tocar ar a la puerta, no quise interrumpir su conversación— Al terminar de abrir la puerta y asomar mi rostro traté de sonreír con inocencia— ¿Que es ese escándalo en el pueblo?
– Deberías de estar en tu habitación, necesitamos que estés segura, los hombres lobos están aquí y algunos vampiros se les han unido. Encierrate y espera que vayamos a verte luego de resolver todo esto, se te enviará seguridad.— Mi madre siempre ha tenido esa habilidad de dar órdenes con tanta facilidad que pareciese que nadie puede negarse a seguir sus indicaciones — Te he hablado, Stella....
– Pero....
– Pero nada, obedece y ponte en un lugar seguro— El rey dió unos pasos a mí y depositó un cálido beso en mi frente, un momento antes de que la Reina lo hiciera a la vez que golpeaba con suavidad mi hombro— Te amamos, querida Stella.
De pronto se sentía como una despedida y me hizo preocuparme aún más.
– No salgas de ahí pase lo que pase, enviaré a los soldados a proteger tu habitación y los alrededores— Pude ver cómo sacaba de su bolsillo un collar con un pequeño adorno en el centro, era una especie de piedra de un color peculiar, no pude detallarlo con claridad porque ya lo estaba colocando en mi cuello mientras papá recogía mi cabello con sus manos— Jamás te lo quites, prometenos que lo llevarás siempre contigo.
– Lo prometo.... pero mamá, me están asustando— Antes de que me dijeran algo más, se escucharon gritos en el pasillo y entraron varios de los soldados de mis padres, un escalofrío me recorrió entera y no pude entender la razón.
– Deben irse, ya están aquí— Anunció uno de ellos entre respiraciones irregulares, parecía haber corrido hasta acá para advertir sobre algo o alguien— Su majestad, tenemos que sacarlos de aquí o los matarán.
Antes de que alguien pudiera tan solo moverse las ventanas explotaron en miles de cristales por el aire, sentí los brazos de papá rodearnos a mí madre y a mi antes de todo el caos.
Unas criaturas gigantes entraron por las ventanas y puertas de una forma casi imposible, como si pudiesen volar por todas partes a pesar de ser peludos y deformes, jamás había visto a hombres lobos de este tipo, no de los originarios, eran más aterradores que un simple hombre lobo transformado.
Con ellos habían lo que pude distinguir eran vampiros, y se veía el fuego por el pasillo extenderse hasta dentro de la habitación mientras los soldados trataban de evitar que llegase a nosotros, así que podía pensar en dragones.– Debes irte, cambio de planes, vete con Sian antes de que logren derribar a todos— No pude replicar porque ya me habían empujado hacia un viejo brujo que solía cuidar de la familia con su poder y experiencia, aún siendo un anciano me sujetó firmemente y comenzó a realizar algún hechizo que no conocía.
No me quedaba más que confiar en el viejo guardia real que estaba junto a mí, el cuál había entrado junto a los guardias justo como si fuera una rutina que ya conocían.
Antes de que culminara su hechizo y nos sacara de esa habitación que se estaba volviendo más que un espacio en ruinas, pude ver a Deimos, el Rey vampiro con quién mis padres había llegado a acuerdos de paz entre nuestro pueblo y el suyo: Vampiros Puros.
Los problemas siempre estaban relacionados a ellos y sus insistencias en seguir con los ideales de sus ancestros, lo cuál solo causaba una guerra infinita contra los humanos y sus pueblos vecinos, nadie estaba seguro mientras hubiese un vampiro con sed cerca.– ¿Que haces Deimos? Se supone que estábamos en un acuerdo de paz, ¿Por qué lo has traicionado?— Papá estaba frente a él y lo miraba con decepción, quisiera haber escuchado más de aquella conversación, pero todo se volvió una nube de humo y desapareció la escena de mi campo visual.
–Princesa, ¿se encuentra bien?— Sian me miraba con cautela mientras sujetaba con firmeza mis brazos, parecía no querer que fuera a desaparecer si me soltaba— Tenía años que no realizaba un hechizo de este tipo, viajar al primer mundo es algo complicado.
– ¿Primer mundo?— Lo miré bastante confundida y miré a nuestro alrededor analizando la situación y lugar actual, parecía un bosque y solo podía ver árboles por todas partes— ¿Que hacemos aquí, señor Sian?
– Sus padres me indicaron que si llegase a ocurrir algo con el castillo y estaba en peligro la trajera acá y cuidara de usted— Me sonrió dulcemente antes de apartarse de mí para caminar con cuidado entre las ramas— Sígame señorita, mi familia vive no muy lejos de aquí.
– Señor Sian, mis padres.....
– Ellos estarán bien, pequeña princesa, son muy fuertes y su poder es inmenso, sabrán que hacer— Agitó levemente su mano restándole importancia al asunto— No se esté preocupando, venga, no es bueno que esté en el bosque sin abrigarse bien.
Suspiré resignandome ya a caminar tras él y pensar positivo, tenía razón....mis padres deben de estar perfectamente, seguro tienen todo bajo control.
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Almas Perdidas
RandomLa vida es una secuencia de cambios constantes, solo tú decides si adaptarte a ellos o sufrir por no enfrentarlos.