θ8| Travesuras...

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—¿Por qué estas triste?

El pequeño cachorro dejó de columpiar sus piernas y levantó su melancólica mirada para encontrarse con la de un hombre alto y de apariencia terrorífica que lo observaba fijamente, su voz fría y su mirada vacía eran realmente escalofriantes para él, le resultaba abrumadora su presencia, pues desconocía de quien se trataba. 

—Y-yo no debo hablar con extraños —contestó asustado, levantándose del lugar que ocupaba en la banca dispuesto a marcharse de ahí lo más pronto posible. 

—Tú y yo no somos extraños.. —dijo el mayor, tomando asiento en el antiguo lugar que ocupaba el pequeño y despertando la curiosidad en el cachorrito, quien volteó a mirarlo —Nos conocimos hace mucho tiempo.. 

—¿E-enserio? —dijo confundido y regresando a su lugar. —Yo no lo recuerdo..

—No te preocupes, yo te recuerdo muy bien, Muichiro. 

El menor se sobresaltó al escuchar que el hombre sabía su nombre ¿cómo es que él no? 

—Haz sufrido algunos cambios, pero eso no importa. Ahora dime el motivo de tu tristeza, yo podré ayudarte. 

Muichiro asintió, aún indeciso habló —Es que hay un hombre que quiere llevarse a alguien que quiero mucho, no quiero que él lo lastime o le haga sufrir, quiero salvarle.. —infló sus mofletes, mientras jugaba con su cabello y trataba de no hacer contacto visual con aquel hombre. 

—Entiendo, lo que debes hacer es algo muy simple.. —soltó, manteniendo una expresión fría y sin darle la mayor importancia al tema —Lo único que debes hacer es interferir. 

—¿I-interferir? —repitió confundido. 

—Sí, interferir en su planes. 

 

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Los siguientes días el albino había estado visitando a Giyuu a la misma hora, durante el receso, para pasar tiempo con el pelinegro y así conocerle más, ni él mismo podía creerlo, pero con cada día que transcurre no puede evitar enamorarse más y más de aquel ojiazul ¿Era eso posible acaso? 

—Tus cicatrices.. ¿de qué son? 

Preguntó el azabache, sacándolo disparado de sus pensamientos de colegiala enamorada para prestarle atención al bello ser frente a él. Pudo percibir la curiosa mirada de Giyuu sobre él, sobre sus cicatrices, esas cicatrices que tanto odiaba y quería deshacerse, que de cierta manera le causaban vergüenza, pero para su mala suerte era imposible despojarse de ellas.  

Giyuu notó como su rostro se tornó serio y melancólico, su silencio había sido suficiente para decirle que seguramente era porque había tocado un tema delicado para el albino de orbes amatistas —Son lindas.. —comentó después de algunos segundos con naturalidad y dulzura, sus mejillas coloreándose de un tierno y sutil rojo. 

ミ 𝘓𝘦𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘢𝘮𝘰𝘳 & 𝘵𝘳𝘢𝘷𝘦𝘴𝘶𝘳𝘢𝘴 彡| 𝚜𝚊𝚗𝚎𝚐𝚒𝚢𝚞𝚞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora